Guía trotera de supervivencia para comer, beber y disfrutar en Borgoña

Supongo que pensar en ir a Borgoña sugiere un viaje lleno de glamour rodeado de ricos vinos. Es una opción, desde luego. Sin embargo voy a proponer algo más de andar por casa (sin privarse de cosas ricas, eso sí) que sirva como guía para pasar un fin de semana largo entre Dijon y Beaune, trés jolie y bon marché. Ahí van mis consejos…

Capitulo I: Vinos de Borgoña, cervezas, siropes y bebidas de té

Empezando por el qué beber en Borgoña… si, vino, claro. Parece lo obvio. Desgraciadamente, no vuelvo con grandes recomendaciones de Grands Crus. vinoUna copita de vino cuesta como mínimo 4 € y la verdad es que no he probado aun ninguno que los merezca. Puede que sea que los que he probado, casualidad, no eran muy buenos o quizás es que haya que hacerse a ellos, acostumbrar al paladar a estos sabores y texturas tan diferentes. La mayoría me resultaron vinos con poco cuerpo y sabores u olores no especialmente agradables (sabores a madera exageradamente intensos o aromas a húmedad, como a fregona mojada). En una ocasión pedí un pinot noire y estaba más rico, entre otras cosas porque tenía más cuerpo que el resto. Sin embargo otros Côte de Beaune que probé me resultaron insípidos, mientras que a una amiga (con buen paladar) le gustaban bastante esa textura y ese sabor más ligeros. Quiero pensar que es cuestión de gusto. Por otra parte, los blancos que probamos me parecieron más sabrosos y ricos, como un blanco dulzón llamado Domaine de Laguille, un Côtes de Gascogne (Gros Manseng). Por cierto, algo curioso es que hasta en el supermercado son caros. Aquí por 5 € hay vinos más que decentes, pero allí habría que pagar entre 15 y 20 € para empezar a probar algo agradable al paladar. En fin, esta ha sido una primera toma de contacto con los vinos de Borgoña, no desisto. No será la primera vez que algo resulta desagradable a la primera y después nos encanta, ¿verdad? A pesar de todo, si se quiere probar una muestra de vinos de la zona tengo una mejor opción y más económica en comparación (que ir probando copitas o comprando botellas a precios prohibitivos). Más adelante la comentaré…

Visto lo visto, ya sé que en un lugar de vinos como Borgoña parece un sacrilegio pedir cerveza pero es mi elección sin duda. Las cervezas también son caras, pero como opción me parecen mucho más interesantes. En los bares hay cañas (biére pression), en algunos de marcas como Heineken y Kronenbourg, pero en otros de Leffe, Grimbergen o Chouffe. La caña también cuesta unos 4 € pero la relación calidad-precio es mejor en este caso. Y si alguien se anima a probar las especialidades francesas, tiene varias opciones:

  • Panaché: el panaché es sencillamente una clara, es decir, cerveza con gaseosa.
  • Mónaco: esta es una bebida que se ve mucho. Es de color rojo, ya que se hace mezclando una clara con sirope de granadina, adquiriendo así en parte el color del la bandera de Mónaco. Por cierto, les encantan los siropes, de todos los colores, de todos los sabores.
  • Picon: se le llama picon a la cerveza rubia con Picon®, una bebida amarga a base de naranja.

arizonaSi hablamos de bebidas sin alcohol, es habitual ver a la gente en los bares con unas bonitas botellas de té de diferentes sabores: té verde con miel, té con sabor a limón, té verde con granada, té con sabor a melocotón o té blanco con arándanos. La marca es Arizona, son de EEUU y son muy suaves. No son muy dulces, cosa curiosa, con lo cual es una opción bastante sana y que encima no empalaga. Si miramos en la página francesa existen sólo estas 5 variedades, pero la página americana es una locura. Existe la página en español, pero no he visto por aquí*, y segun la misma existen las mismas 5 variedades que existen en Francia. Precio: entre 1.5 € y 2.5€ según dónde lo compremos.

*Acabo de encontrar en una tiendita cerca de mi casa y costaban 1.6 €. Estaban prácticamente todas las variedades de tés verdes y negros. No las había visto antes, puede que hayan traído porque es veranito 😉

Capitulo II: beaucoup de fromage

Algo que nunca decepciona en Francia son sus quesos, vayamos a donde vayamos. La variedad es mucho mayor a la que tenemos nosotros y hay varios tipos que la verdad, entran a cualquier hora del día, ya sea por la mañana, por la tarde o por la noche.

comte IRecomiendo hacerse con unos cuantos trozos de queso (a mí me gustan especialmente el Morbier y el Comté, que son más bien suaves, pero si gustan los más apestosos y olorosos tranquilidad, porque hay mil tipos que pueden destrozar la pituitaria de cualquiera). Hay muchas variedades locales: Époisses de Bourgogne, Délice, Régal Bourgogne aux Raisins, St Soleil, Morvan, Palet de Borgoña, Poiset au Marc, Lámi du Chambertin, Maconnais, Aisy Cendré, Délice des Crémiers, etc. Un buen plan es comprar varios tipos de queso y  pan y hacer una comida al trote, para no detenerse demasiado a la hora de comer y poder así visitar más sitios. Además, el queso al aire libre es una delicia…

Capitulo III: especialidades locales en el mercado

En Dijon hay un mercado que los sábados es un hervidero de gente. Si vamos allí no merece la pena detenerse en las pescaderías, ya que el pescado no es especialmente bueno en esta zona. Sin embargo, hay otras cosas que sí son interesantes y con las que se puede almorzar in situ: justo en el centro del mercado hay un “chiringuito” que sirve vinos y donde se puede comer lo que se compre (para ayudar a pasar el vino 😉 ).

Al pasear por el mercado veremos carnicerías, pescaderías, charcuterías, puestos de frutas y verduras, puestos con muchos tipos de quesos, puestos con dulces y pasteles e incluso puestos con ingredientes y comidas asiáticas. Muchos puestos. chiringuito IIIEntre tanta comida parece difícil centrar la atención en una sola cosa. He aquí mi propuesta si la intención es comprar cosas para comerlas en el mencionado “chiringuito” central:

1. Lo primero, hacerse con un poco de pan, que en Francia es bastante rico en general.

2. Para acompañar el pan se pueden comprar varias cosas: el omnipresente queso (por supuesto) o embutidos. Es típico de la zona el saucisson lyonnaise, que es un salchichón bastante ancho del que existen múltiples variedades. Yo vi con avellanas y cépes, pero por lo visto hay con queso Beaufort, myrtilles (una especie de pequeños arándanos muy típicos de Francia), queso de cabra, aceitunas, nueces, ahumado, etc. Puedo hablar del de avellanas, que me llamó la atención y fue el que compré. Lo cierto es que esperaba encontrarme avellana tostada y picada en el interior pero no, lo que tiene es avellanas enteras y crudas. La verdad es que resulta curioso encontrarse esa textura en el salchichón pero no me parece una combinación especialmente acertada. El resto de combinaciones sería cuestión de probar, pero intuyo que el de myrtilles sea mejor. En cualquier caso el salchichón en sí está muy rico pero ojo, porque no es barato (10-15 € la pieza). Otra buena opción es comprar algún tipo de paté (que también los hay con setas, con frutos secos, etc) y del cual podemos obtener un trozo para almorzar a buen precio (1-2 €).

3. Una cosa que se ve mucho allí y que es muy apropiado para esta parada es el pâté en croûte, un paté envuelto en masa brisa u hojaldre. En su interior evidentemente hay paté (el primero que probamos era de súper y estaba relleno de paté de campaña), pero también hay variantes (en el mercado cogimos uno con trozos de pollo, mostaza y limón, riquísimo).

4. Si lo que nos apetece son dulces, allí es típico el Pain d’épices, unos bizcochos especiados de sabor fuerte y anisado, pero que son algo secos. Hay muchas variaciones en diferentes formatos y con diferentes añadidos (chocolate, myrtilles, etc). De todas formas los recomiendo más bien para el desayuno, porque como mejor están es untados en leche 😉pan de epices

Por otro lado, entre los cientos de pasteles que hay en las pastelerías sería complicado elegir uno solo. Aun así yo recomiendo probar la tarta de limón (tarte au citron). Para quien no la conozca, es una tartaleta rellena de crema al limón cubierta de merengue gratinado. La crema es dulce y ácida por efecto del limón (la clave está en que estén equilibrados el dulzor y acidez), la tartaleta crujiente y el merengue dulce y esponjoso. Una combinación deliciosa. Aquí no es tan fácil encontralo y es una manera de salise del típico pain au chocolat en el que todos caemos, pero que ya está muy visto.

pastel de limon

5. Y antes de irse, claro, se puede comprar un poco de mostaza de Dijon, tan famosa. Está la típica, pero la hay con vino blanco, casis, avellanas, en grano, con estragón,… Lo cierto es que se puede comprar en mil sitios. Es recomendable saber que los franceses nunca la compran “tuneada”, lo que hacen es comprar la básica y luego le añaden los diferentes ingredientes ellos mismos.

Capitulo IV: si se tiene cocina y se puede montar el tenderete, prepare unas Galettes

Si se va a casa de algún conocido, a unos apartamentos o en resumen, se tiene acceso a una cocina, hay algo que siempre es una gran idea: preparar galettes. Conseguir harina para galettes es fácil, es una opción económica, es típico de Francia y está bien rico.

Nosotros estamos muy acostumbrados a los crepes, pero una especialidad de otra zona de Francia (Bretaña) es una variedad de los crepes elaborada con trigo sarraceno (que no es trigo sino alforfón) y que son lo mejor para un relleno salado. galetteLas galettes son más oscuras y quedan más crujientes, con un textura menos esponjosa que la de un crepe. Se pueden rellenar desde con jamón y queso hasta con salchichas, carne picada, pollo, bechamel, huevo, verduritas o (lo mejor) una combinación de varios ingredientes. La carne picada o el pollo con bechamel y verduritas es una mezcla exquisita, pero si se quiere algo más típico de allí, lo suyo es hacer de jamón, queso (a veces también cebolla) y huevo (galette complète) o enrollado alrededor de una salchicha de la zona a modo de perrito caliente (galette saucisse).

Capitulo V: visitas culturales, paradas gastronómicas

Voy a hacer un par de recomendaciones de lugares y comidas que me gustaron especialmente.

Una es Beaune. Se pronuncia “bon” pero no hay que confundirlo con Bonn, en Alemania. Lo digo porque cuando le decíamos a la gente que habíamos ido a “Bon” todos nos miraban con ojos desorbitados porque pensaban que nos habíamos hecho una excursión de 1000 km para pasar el día en Alemania. Nein. Por cierto, el tren de ida y vuelta entre Beaune y Dijon cuesta algo menos de 16 €.

Beaune es otro pueblito cerca de Dijon que se centra en el turismo enológico. Este es un buen lugar para visitar una bodega y probar vinos de Borgoña a buen precio si se tiene antojo. Nosotras fuimos a una, Patriarche Père et Fils, que no puedo decir que fuera la mejor opción pero que al fin y al cabo no salió tan mal. Lo cierto es que la elegimos porque éramos un grupo de personas con ganas de beber vino, a poder ser probando varios tipos, y en el que bastantes de ellas no sabían francés, cosa que limitaba las posibilidades.

  • Los puntos a favor eran que la bodega por dentro estaba bien, era bonita (por dentro, no por fuera) y que por 16 € probabas 13 tipos de vino, 3 blancos y 10 tintos (además te daban un chupito de licor de casis al final). Y que salías mucho más alegre de lo que habías entrado, por descontado.
  • Los puntos en contra: por un lado las dos pantallas al principio de la visita que te hacían la introducción, eso sí, en varios idiomas a elegir, pero a velocidad de vértigo. La voz en off hablaba tan rápido que nos dio un ataque de risa -no bocalizaba- porque era como si fuera a cámara rápida. Y por otro, que el personal no brillaba por su simpatía. La verdad es que hay varias opciones para ver bodegas en Beaune si se quiere una visita más elaborada, incluida una visita con cata sensorial que parecía muy interesante.

artilugio vinoComo curiosidad, comentar que con la entrada regalaban un extraño artilugio de metal para catar los vinos. Al parecer, es una reproducción de los que se usaban para catar vino antiguamente en Borgoña.

En Beaune se puede visitar, dentro de los Hospices de Beaune, el Hôtel-Dieu. maese bertrandEs un edificio precioso y la visita se realiza con audioguía, que aporta un montón de información. Durante la visita se pasa por diferentes estancias, como la sala de los pobres, la sala de San Nicolás, la cocina o la farmacia. Es especialmente interesante, desde el punto de vista gastronómico, la cocina. La comida que se servía en el hospicio se realizaba segun los tratados nutricionales de la época. Allí explican  cómo se creía que existían diferentes tipos de alimentos: los alimentos calientes, los fríos y los húmedos. hotel dieuY al parecer, los alimentos fríos y húmedos no eran muy buenos para la salud. También se puede ver a un simpático autómata llamado Maese Bertrand, que mediante un sistema de cremallera sube y baja las ollas.

Con el dinero que se recauda del turismo por el Hotel Dieu y con una subasta anual de los vinos de los Hospicios de Beaune se mantienen todas las infraestructuras de la obra.

En Dijon por su parte hay muchísimos edificios que visitar (después de París es uno de los centros más importantes de Francia) como por ejemplo las iglesias de Notre Dame o Saint Bénigne. Notre Dame es muy especial, con dos filas de columnas en la fachada, la típica lechuza en un lateral en el exterior y un demonio en la puerta que protege del mal. notre dameLa estética de la ciudad es muy bonita, al igual que en Beaune, por lo que solo el pasear por allí y admirar los edificios ya merece la pena. De toda formas, entre iglesia e iglesia hay que comer algo. Y el sitio es el O´Bareuzai. Esta va a ser una recomendación algo ambigua: el lugar está bien situado y la comida se puede decir que está bastante rica. Por otro lado (esto pongamos que no es ni un pro ni un contra sino sólo un “WTF”), su baño de mujeres es fascinante: tiene un gran espejo en el que contemplarse una misma sentada en todo su esplendor mientras visita el aseo –oh la lá, le glamour– con un fondo de 24 rollos de papel higiénico colgando de la pared. Volviendo al bar-restaurante, en él se junta gente de todas la edades y está bastante lleno. El gran punto negro del lugar es que sus camareros son más rancios que un huevo de cien años. Te hacen esperar un montón de tiempo y el trato no es nada afable. No te dan la carta cuando vas a comer y andan bastante despistados en general. Y no se por qué la cosa no cambia. Basta echar un vistazo a Tripadvisor para ver que esto lleva así tiempo. Como decía, esta es una recomendación ambigua. Si alguien, que a estas alturas ya está avisado de lo que hay, se atreve a ir allí a pesar de todo tengo algo que decirle: que se pida una Tartine Croque-Madame que está de muerte. Es una tosta muy grande de jamón y queso cubierto de crême fraîche con cebolllino y especias, gratinada. Una locura. Además viene con acompañante: se puede elegir o bien ensalada o bien “lo que ellos llaman sopa”. Esta “sopa” es más bien una crema de verduras, cremosa y super-super rica. Supongo que puede variar con los días, la que yo probé era un 10.

Anexo

Para terminar la visita, se puede ir por la noche al Peniche Cancale, un barco en el canal de Dijon que ofrece conciertos, comida y cerveza a precios razonables…

Le bonheur, c’est comme du sucre à la crème, si tu en veux, il faut que tu t’en fasse

Cocina Eficientemente, Reutiliza, Diseña y Organiza

Si del cerdo se dice que se aprovecha todo* (y en verdad se comen desde las pezuñas hasta la cola pasando por los morros, la manteca y la sangre) igual filosofía deberíamos aplicar a nuestras neveras.

La cadena y el hogar

Ya sabemos que se tira mucha comida a lo largo de la cadena alimentaria (recuerdo que hubo un Salvados llamado Con la comida no se juega en el que hablaron de eso). Hay que diferenciar cuando algo se descarta porque el producto supone un peligro para la salud (se ha contaminado de algún modo, por ejemplo), y cuando, desgraciadamente, se tira por cuestiones estéticas porque no se corresponde con los estándares establecidos (se exige que los productos sean de un tamaño, forma, color, sin arañar ni romper ni golpear, “bonitos” en definitiva) u otras cuestiones: fechas de caducidad más cortas de lo que en realidad podrían ser (como es el caso de yogures entre otros, lo que no significa que sea así en todos los productos) o los descartes de pescado (una compañera estuvo una semana en un barco pesquero y comentaba que era impresionante la cantidad de pescado que se tiraba). Incidir en la cadena alimentaria es complejo (hay intereses económicos, políticos,…) pero al menos, tod@s en nuestras casas podemos hacer que se tire mucha menos comida.

Compartir, planificar adecuadamente y potenciar la creatividad culinaria

Actuar a este nivel es algo que todos podemos hacer y es importante intentarlo.

He vivido en muchos pisos compartidos y, para empezar, hay mucha diferencia entre compartir la comida o consumir individualmente: la segunda opción es mucho más cara y además es donde mayor cantidad de comida se desperdicia. He visto ponerse mala gran cantidad de alimentos porque comprar y cocinar para uno es difícil, y la gente no suele calcular bien. Si al menos cada persona se conciencia se puede ir hablando, y lo que le va sobrando a uno otro lo aprovecha, pero es algo que no pasa casi nunca. Pena.

Por otro lado, aun compartiendo la comida uno de los problemas que veo es que se suele comprar muchísima más cantidad de comida de la que se puede consumir (neveras completamente llenas, en las que lo que está al fondo no se ve y que cuando sale a la luz de nuevo tiene una crianza que ya quisieran algunos vinos). Pero, aparentemente, y en contra de lo que yo creía, energéticamente es mejor que la nevera esté llena que vacía. Así que lo mejor es aplicar la regla FIFO: First In First Out, lo primero que entra, lo primero que se consume. De esta manera se lleva un poco de control en ese caos neveril. Y si se ve que no se puede comer todo, se puede congelar. Siempre será mejor adquirir los productos ya congelados (la congelación se ha hecho de modo más rápido, por lo que la formación de cristales de hielo es menor y el producto no se degrada tanto) que coger productos frescos y congelarlos (una congelación casera es más lenta que la ultracongelación industrial). Aun así se puede hacer, teniendo en cuenta que ciertos alimentos cambian su sabor o su textura, pero siguen siendo comestibles. Los hidratos de carbono por ejemplo (patatas, arroces, pasta), al ser congelados de forma casera pierden su textura, acaban harinosos y pastosos. La grasa del pescado azul crudo por su parte, tiende a enranciarse (se deteriora y se oxida) al cabo de un tiempo, cosa que se percibe en su sabor. Por supuesto, en las congelaciones caseras cuanto más tiempo se mantengan en este estado más se apreciarán los lentos y sutiles cambios sensoriales (y el tiempo en cada caso dependerá de las estrellas que tenga el congelador).

Por cierto, congelar ralentiza el crecimiento microbiano e inhibe total o parcialmente la degradación enzimática, pero no significa que al meter un producto que está en el límite de consumo (un pollo que ya huela sospechosamente por ejemplo) vaya a ponerse bien. Al descongelar, estará en el mismo (mal o buen) estado que antes de congelarlo. Por ello, conviene planificar bien y congelar las cosas crudas cuando aun están en buen estado.

Además, la comida cocinada aguanta mejor que la comida cruda. Para evitar que se ponga mala, una idea es aprovechar cuando se tenga tiempo y cocinar varias cosas para la semana. Si haces demasiada cantidad, congela.

A la hora de cocinar yo recomiendo ser creativ@, jugar con la comida: ceñirse rigurosamente a una receta hace que las posibilidades de aprovechar más comida disminuyan. Lo ideal es hacer variaciones en las recetas para adaptarlas a lo que tenemos por casa. Y por otro lado, cocinar con lo que sobra es algo tremendamente práctico. Yo recuerdo mi experiencia en varios pisos en los que compartíamos la comida: planificábamos lo que íbamos a comer antes, comprábamos lo necesario y, cuando quedaba ya poquita cosa, nos inventábamos recetas con la comida que teníamos o que había sobrado. Sin embargo, en otros pisos no se aceptaban estos “experimentos” y es que mucha gente no gusta de inventarse platos “a lo loco” o de reaprovechar la comida. En casos así recurro a un ejemplo familiar: el aprovechamiento y reciclaje viene de nuestras abuelas, que por ejemplo cogían el pescado o el pollo que sobraba para hacer croquetas. Y eso nos parece lo más normal ¿o no? Pues esto es lo mismo… ¡sin gente creativa no habrían surgido muchos platos!

Según mi filosofía, casi todo lo que va sobrando se puede aprovechar para otro plato y se consiguen nuevas comidas interesantes. Además, no se tira tanto alimento. Se puede comprar inteligentemente y se puede comer inteligentemente. Por decir algunas ideas:

  1. En vez de comprar los trozos de pollo por separado, compra un pollo entero y despiézalo tu mism@: es mucho más barato, no cuesta mucho trabajo y aprovecharás todo: con la carcasa una sopa o croquetas, con las alitas un arroz, los muslos asados y las pechugas fileteadas o para burritos (por ejemplo). Total: un porrón de comidas con un sólo pollo.
  2. Si se tienen, pongamos, dos o tres paquetes de un producto, intentar acabar uno antes de empezar el otro. En el caso de unas galletas, por ejemplo, es muy probable que en uno las galletas se vayan quedando blandas y entonces nadie se las comerá. Y acabarán, claro, en la basura.
  3. Lo que cortamos de las verduras y tiramos (la parte más verde de los puerros, las peladuras de zanahorias, calabacines o calabazas, el tronco del brócoli, el rabo de algunas setas (si tiene tierra o moho no), la punta de las vainas, etc se pueden aprovechar para hacer caldos que después servirán para otros platos como arroces, verduras,… o para hacer purés.
  4. Hablando de caldos, una idea interesantes es, a la hora de cocer verduras para cremas o purés, no tirar el agua que sobra, porque es caldo que se puede guardar para hacer, como decía antes, arroces, verduras,… por ejemplo, el caldo que sobra al cocer zanahorias y/o calabaza o calabacín, al ser dulce, viene muy bien para añadir a las acelgas, que son amargas. Yo por ejemplo, suelo echar un poco más de agua de la necesaria para garantizarme una buena ración de caldo.
  5. Las frutas como el plátano, que enseguida se ponen blandos y feos, sirven para hacer bizcochos o salsas cuando se van poniendo oscuros.

Hay muchas formas de reducir lo que se tira con un poco de imaginación y sentido común.

*Cerdo hasta en la “copa”. Curiosidades

En este último punto me voy por las ramas con una curiosa historia. Como dicen en China, “lo único que no se come del cerdo es el gruñido”. Y al parecer, no sólo se le da un uso culinario a toda parte anatómica del cerdo…  Christien Meindertsma, una artista de Utrecht (Holanda) decidió, como parte de un proyecto artístico, seguir la pista durante tres años a (los restos de) un cerdo. Al final, publicó un libro (PIG 05049) con fotos de los diferentes productos que se obtenían del cerdito. Al parecer, según la página de la propia artista se empleaba, además de en los usos más conocidos, en temas tan dispares como munición, medicina, papel fotográfico, válvulas cardíacas, frenos, chicle, porcelana, cosméticos, cigarrillos, yogures, acondicionadores o biodiesel.  Por mi parte en los dos casos quizás más llamativos, munición y cigarrillos, he buscado un poco. He visto que en el caso de la munición sí parece ser que la grasa de cerdo se emplea para engrasar cartuchos (pero ella comenta que un productor de armas de EEUU usa una parte indeterminada del cerdo para distribuir la pólvora en el cartucho), y en el caso de los cigarrillos, es posible que sea porque se investigó (en la Universidad de Atenas) el añadir hemoglobina a los filtros de los mismos (la hemoglobina es una proteína de la sangre de la mayoría de vertebrados y de algunos invertebrados) para reducir la cantidad de radicales libres (cosa que parece que hacía) pero que no llegó a comercializarse debido al alto coste que supondría (también se han diseñado filtros con licopeno y extracto de semillas de uva que hacen lo mismo). oysterDesconozco si hoy día los filtros de cigarrillos llevan alguno de estos componentes, la verdad. Por otro lado, el asunto del chicle o el yogur seguramente sea porque la gelatina de cerdo se usa para fabricar muchas gominolas,algo que comentan aquí, y para dar textura a diversos postres (creo recordar haber visto gelatina entre los componentes de yogures light en Escocia, para dar consistencia). Yo acabo de mirar un yogur 0% que tengo en la nevera y lleva pectina y goma xantana para espesar, así que no vale como ejemplo. Por último, comentar un uso más de la gelatina de cerdo, que no aparece en principio en los enlaces, que es en la fabricación de cerveza, vino o sidra (no siempre, hay varias opciones) como clarificante (para que todas las levaduras y otras sustancias que están en suspensión y enturbian la bebida caigan al fondo del tanque rápidamente tras la fermentación). Que nadie se extrañe; las colas de pescado se han usado muchas veces para clarificar. De hecho, hace un tiempo descubrí las cervezas Porterhouse, y entre ellas una llamada Oyster (muy rica por cierto). De broma comenté “no estará echa con ostras ¿no?” y resultó que sí. Se emplea en el proceso de fabricación, y, teniendo en cuenta que también se emplean colas de pescado para clarificar… quién sabe, quizás las ostras se usan para esta fase del proceso.