Come Lola come: Berlín (VII)

Pan y agua

Oranienburg, Sachsenhausen

sachsenhausen

El sexto (y último) día lo íbamos a dedicar, al menos en su mayoría, a una cosa: ir al campo de concentración de Sachsenhausen. Si ver la exposición de Topographie des Terrors el día anterior nos había puesto los pelos de punta esto fue mucho más intenso, pero merece la pena visitarlo. ¡IMPORTANTE! No hay ningún lugar para comer allí y la visita es larga, por lo que se recomienda llevar comida (tipo bocata para comer sobre la marcha).

arbeitEn Vive Berlín (cooperativa formada por diferentes personas especializadas en historia, política, arquitectura, etc) el tour lo ofertan gratis (salvo 1 € que paga todo el mundo que entra para la fundación que mantiene y cuida el campo), aunque en realidad es como un free tour y al final te comentan que les puedes dar lo que te parezca conveniente. Lo cierto es que lleva 6 horas y lo hacen realmente bien, explicando todo perfectamente y de manera amena. Nuestra guía, Carmen, desde luego fue estupenda.

Se llega en metro con los guías y normalmente hay autobuses que te acercan desde la parada, aunque ese día no había servicio de autobuses por lo que nos tocó ir dando un paseo. sachsenhausen_mapaMientras vas llegando, ya te comentan que la conformación del campo es especial, puesto que tenía una estructura que permitía a los vigilantes de la torre A (zona del semicírculo) vigilar desde allí todo el campo perfectamente. Cuando se llega a la zona de acceso, diferentes paneles informativos explican esa conformación, y,baños una vez la ves dibujada, comprendes lo difícil que era intentar escapar de ese lugar. En los alrededores pasas por una serie de edificios que pertenecian a los guardias. Allí era donde vivían y, curiosamente, entre los edificios había un casino para poder olvidar TODO lo que habían hecho durante el día… Ya explican que, si algo tenían bien estudiado y medido los altos mandos, era la manera de no sentirse culpables y de hacer sentir al ejecutor de sus órdenes la menor culpabilidad posible: ellos lo ordenaban pero no lo hacían y al que lo hacía se lo habían ordenado y no tenía más remedio. Y, si se sentían mal, les quedaba el casino para olvidar…

A lo largo de la visita se van viendo la Torre A (puerta de entrada al campo), la Appellplatz (patio de revista), el barracón 38 (uno de los dos que quedan en pie), la prisión de la Gestapo (la prisión donde iban los prisioneros especiales), el museo de la cocina (con instrumentos, fotografías y ropa), la estación Z (unidad de exterminio del campo), la morgue y la sala de autopsias. pijama 2Además, van explicando toda la historia del lugar mientras caminas por los diferentes lugares o miras mobiliario, ropa y diferentes objetos. Por supuesto, muchas de las historias son escalofriantes pero no son esas las que voy a contar aquí. En el museo de la cocina, por ejemplo, están los “pijamas de rayas” y se pueden ver los triángulos de diferentes colores que se cosían a él sirviéndoles como modelo de identificación (demencial). En líneas muy generales eran: rojo (prisioneros políticos), amarillo (judios), verde (criminales comunes), morado (testigos Jehová), negro (grupos “asociales”, como los llamaban ellos, desde sin techos o inadaptados a mujeres homosexuales o anarquistas), rosa (hombres homosexuales), marrón (gitanos, pero esto ya al final) y azul (emigrantes). Por otro lado, la alimentación de los prisioneros era prácticamente inexistente: después de trabajar duramente todo el día (para grandes empresas y multinacionales de la zona, que obtenían trabajadores gratuitos de los campos de concentración y que aun siguen estando por alli cerca), a menudo recibían un par de comidas, normalmente un desayuno que consistía en un pequeño trozo de pan y un poco de agua y una cena a base de sopa. Con suerte, en la sopa caía una legumbre o algun trozo de carne. Al parecer, si estaban ligeramente enfermos se les daba algo más de comida para que se repusieran, a fin de no perder trabajadores. Eso sí, si estabas grave o ya eras mayor no corrías esa suerte.

Por su parte, en el pabellón de la Gestapo (un lugar separado de la zona de pabellones pero no aislada, y lo suficientemente cercana para oir lo que pasaba dentro), cuentan la interesante historia de Martin Niemöller, que estuvo allí apresado. Si bien el nombre no me dijo nada, nos comentaron que era el autor del poema: alambrada“Cuando los nazis fueron a por los comunistas, yo no hice nada porque no era comunista. (…) Y cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie para protestar.” Se atribuye erróneamente a Brecht, pero es suyo. Al principio este cura era amigo de Hitler y le  apoyó, pero más tarde (recapacitó y) se le opuso: “Martin Niemöller was a German pastor and theologian born in Lippstadt, Germany, in 1892. Niemöller was an anti-communist and supported Hitler’s rise to power at first. But when Hitler insisted on the supremacy of the state over religion, Niemöller became disillusioned. He became the leader of a group of German clergymen opposed to Hitler”. Salió con vida de Sachsenhausen.

He encontrado este blog, donde hay mucha información sobre todo el campo.

Entrando en calor

Mitte, cerca de Prenzlauer Berg

volksbühneCuando volvimos a Berlín teníamos el cuerpo y la mente helados. Quedamos en la Plaza de Rosa Luxenburgo (no muy lejos de casa), que tenía un enorme edificio en medio y una rueda con pies en el jardín. tobeornottobeEntramos dentro, cogimos papeles, pero nos fuimos sin saber qué era aquello. Después lo he descubierto: un teatro. [The Volksbühne  was built during 1913 and 1914 and designed by Oskar Kaufmann and sculpted by Franz Metzner.wasersturmThis organization tries to promote social-realist plays at an affordable price for the common worker]. Salimos y nos dirigimos a una cafetería que había allí al lado, To be or not to be. Café caliente, rico, decorado con aquel arte del latte… Mmmm! Ah! El brownie de chocolate tenía una pinta… gagarin 3Se supone que es un lugar de reunión de periodistas, artistas, políticos y actores, por estar entre el cine Babilonia, la editorial de Berlín y la Karl-Liebknecht-Haus (sede de Die-Linke, la izquierda). Salimos de allí y anduvimos un buen rato hacia Prenzlauer Berg hasta que pasamos por la Wassersturm, la “torre del agua”, que estaba en medio de un parque. La rodeamos, y, de repente, nos topamos de morros con el bar Gagarin (cuyos brunchs a 10 € son muy famosos por abundantes y ricos, pero no era la hora). En fin, tomamos cerveza Gagarin, claro, que era suave y rica. Las vistas a la torre, el ambiente retro, los sofás y la ligera iluminación hacían que fuera un sitio muy acogedor.

La última cena

Prenzlauer Berg

metzer eckPara cenar, y como despedida, fuimos a otro restaurante típico alemán, el Metzer Eck. Sólo puedo decir que, aun siendo un restaurante alemán, con inmensas raciones y acostumbrados a gente que come mucho, sorprendimos a las camareras: después de pedir cada uno un plato más una ensalada para todos, pedimos otro más para compartir entre dos y la camarera nos preguntó, entre asustada y divertida, si de verdad queríamos comer más (no sabía con quién se había topado). Pedimos una ensalada de atun, hamburguesa, dos escalopes, dos currywurst y pastel de manzana. Además, cervezas Krusovice checas muy ricas. Ningún plato en el menú pasa de los 10 € y está todo realmente bueno.

Al día siguiente, tras dar un paseo, ver el Tiergarten y pasar por una manifestación cerca del Reichstag, fuimos al aeropuerto para coger el avión de vuelta. Esta vez no nos dieron salchichas pero la cerveza no nos la quitó nadie. Auf Wiedersehen Berlín!

La imagen de la estructura del campo es de Helena Araújo bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0

Come Lola come: Berlín (VI)

Sta si, sta no

De aquí a allá, de Mitte a más allá de Friedrichshain

La resaca italiana del día anterior o, quizás, el lío de lugares parecidos hizo que el siguiente día nos hiciéramos la ruta de la Stasi casi al completo. Tras ver el museo de la RDA, nosotros queríamos encontrar lo que había sobre la Stasi (todo el tema del espionaje, etc). No sabíamos si visitar la exposición sobre la Stasi, el museo de la Stasi o la prisión de la Stasi (pero no todos), el caso es que nos fuimos hacia la exposición, que quedaba cerca del Checkpoint Charlie y la Topographie des Terrors (que queríamos ver también). Se llamaba STASI. Die Ausstellung zur DDR-Staatssicherheit (STASI. La exposición sobre la seguridad estatal en la RDA). Lo bueno es que esta pequeña exposición es gratuita (salvo que se cojan audioguías, que cuestan unos 5 €) y abre de 10:00 a 18:00. Lo malo, que mucha información sólo está en alemán y que no es más que una pequeña muestra. Aquí se explican las actividades de la Stasi y se comentan casos de disidentes y qué fue de ellos (bastante light en comparación con lo que se puede ver en el vecino Topografía del Terror, al que fuimos al salir de aquí y que comento más adelante).

stasi entradaComo la exposición se quedaba muy corta, por la tarde salimos hacia el este en busca del museo de la Stasi, que estaba muy, muy, muy al este. Según se avanza por la Karl-Marx Allee se va notando como las construcciones cambian, y cuando se llega a una zona con múltiples casas abandonadas y bastante dejada, se llega al edificio que albergó la sede central de la Stasi. Ruschestraße número 103. stasi conoAllí se accede a un patio entre edificios donde aparentemente no hay nada excepcional. De hecho no está señalizado una vez dentro, sólo en la entrada al patio. Se paga (5 €) en lo que en su momento sería la “recepción” y se sube las escaleras (los ascensores ya no funcionan pero están abiertos y son dignos de ver). Hay varios pisos para visitar, pasando por diferentes habitaciones con objestasi recortablestos de la vida diaria, de fotos, vestimenta, objetos prohibidos, carnets de miembro de la SED, carteles de la época, etc y luego hay zonas con objetos de espionaje (cámaras tras los botones por ejemplo) y salas conservadas tal cual, de reuniones, descanso u oficinas. Sacamos muchas fotos aparte de las más típicas, y, como siempre, son los objetos del día a día los que más me llaman la atención (como el cono de chuches y regalos que se daba a los niños el primer día de colegio o los muñecos recortables de obreros y soldados en vez de las típicas muñecas). El lugar es muy interesante y hay muchas cosas que complementan el museo de la RDA. Esto sí que estaba bien, aunque se comenta que ir a la prisión ya es la guinda.

Tres cabezas

Friedrichshain

tres cabezasEntre la exposición y el museo había que comer, y lo hicimos en una local de camino al este que, como muchos otros, ofrece una carta con pizzas, hamburguesas, ensaladas, etc reguleros pero muy baratos: tres cabezas2una pizza 3 € (WOW). Salimos y muy cerca encontramos un lugar interesante para tomar café: Tres cabezas. La dueña es española, tienen tartas con una pinta estupenda (lástima que ya estuviéramos llenos) y el sitio es muy bonito y cálido. El café está realmente bueno, así que compramos un paquete de 100 gr para llevarnos (vendían allí mismo): arábica 100% ecológica de Perú y de comercio justo :).

Terror

Topographie des Terrors

En la Topographie des Terrors estuvimos un buen rato tras ver la exposición. comejudíosEste centro de documentación de entrada libre y gratuita está situado donde antes se encontraba el cuartel general de las SS y la Gestapo. La exposición fotográfica es grande, impactante y realmente dramática. La verdad es que pone los pelos de punta. Muestra toda la “actividad” de las SS y la Gestapo, además de recoger muestras de lo que fue el régimen y todo lo que se podía ver en aquellos días. Un ejemplo es esta foto, en la que se muestra un invento al que llamaban Jundenfresser (“el comejudíos”) y que debía de ser una versión antisemita del gargantúa (el gigante de las historias de Rabelais, pero que en el Pais Vasco se convirtió en un muñeco vestido de casero con un tobogán dentro, por lo que los niños entran por su boca y salen por su trasero). Además hay abundantes fotos de Himler y su séquito (ese tipo da escalofríos hasta en papel) e imágenes de los campos de concentración. Triste. Hay que verlo, aunque impresiona.

El joven zapatero

Prenzlauer Berg

Parece un cuento, pero no lo es. El Schusterjungen (joven zapatero) es en realidad un restaurante típico alemán que nuestro amigo de allí nos recomendó. Y vaya recomendación. Ya teníamos ganas de comer comida alemana y menudo estreno. Habíamos oído que la camarera era borde, pero nada más lejos de la realidad. Una encantadora señora nos sentó en la única mesa que quedaba libre en la zona de la barra. Tomamos hamburguesa berlinesa, codillo, escalope y bratwurst además de cuatro cervezas y nos salió a unos 10 € por cabeza. Estaba todo muy rico, las raciones eran abundantes y el lugar, que era muy popular, un poquito oscuro quizás pero no ruidoso, hizo que cenáramos muy agusto.

Collage2

Come Lola come: Berlín (IV)

En este tercer día en Berlín llegamos al punto álgido del viaje: el auténtico “cebatín”, una bacanal, la gran comilona. Claro, con tanto comer “sólo” vimos dos barrios, Kreutzberg y Treptow, pero descubrimos más de un tesoro (y no sólo gastronómico). Empezamos el día, como no, con un buen desayuno con dulces y salados y mucho café.

Mercado turco, Cosmonautas y Burguermeister

Kreutzberg

sofiaPara recorrer el barrio de Kreutzberg, seguimos la guía de Lonely Planet: Berlín itinerarios que nos habían prestado y que en más de una ocasión nos vino muy bien para visitar lugares menos turísticos. Al ser martes, fuimos temprano al mercado turco de Maybachufer, que está todos los martes y viernes hasta las 6:30 de la tarde. cosmonautaLa verdad es que igual madrugamos demasiado, porque llegamos y lo estaban montando y cuando nos fuimos aun no habían abierto todos los puestos. Pero en fin, merece la pena ir a comprar especias (hay montones de tipos diferentes de curry por ejemplo) a buen precio y degustar dulces y platos turcos. Además hay frutas y verduras y telas de muchos colores. Después de hacernos con un buen alijo de especias (que hicieron que los bolsos olieran a comida todo el día) fuimos hacia el norte y empezamos a recorrer el barrio: pasamos por la pintura de El Cosmonauta y seguimos andando hasta que decidimos que necesitábamos parar a por gasolina. burguermeisterFuimos a uno de los bares que la guía comentaba, el Sofia “un café-bar muy acogedor, más bien hippie o kitsch, segun cómo se mire”. Ciertamente era un poco de todo eso, y, como no servían cervezas a esa hora (media mañana), pedimos más café y unos croissants. Seguimos andando y pasamos por varios sitios para comer que había visto en internet (Miss Saigon, Hühnerhaus,…) y como también había montones de pastelerías no lo aguantamos más burguermeister_cartay compramos varias cosas para almorzar, merendar o lo que fuera: un nussknacker (literalmente “cascanueces”, galleta redonda con toffee por encima, avellanas enteras encima y bañado parcialmente en chocolate), un pastel de almendra tipo polvorón con forma de C y bañado en chocolate, un trozo de bizcocho relleno de trufa y bañado en chocolate también y un bollo (sin chocolate). Impresionantes. Estos pasteles fueron cayendo a lo largo del día, en los muy escasos momentos en los que no estuvimos comiendo otra cosa. Acabábamos de salir con nuestros bollos y nos encontramos de morros con el Burguermeister, que había oído que daba unas hamburguesas estupendas. No era hora de comer, pero decidimos que como almuerzo era aceptable (qué bien nos autoconvencemos) y allí fuimos. No te puedes sentar, pero al menos estás caliente porque está cubierto. Pedimos “cheeseburguer” y “bar-b-q-burguer”, unas con queso y otras con bacon y salsa barbacoa (porque eran “ligeritas”). Después del almuerzo seguimos andando, mucho más felices.

Tesoros inmensos (unos ocultos y otros no tanto)

Zonas Treptow y Tempelhof

los gemelos

Para bajar el almuerzo, seguimos andando en dirección a Treptower Park, donde al parecer había un monumento soviético apenas anunciado.

De camino, vimos la pintura de Los Gemelos y nos topamos con un río completamente congelado (intentamos tirar piedras y romper la superficie, cosa que sólo se lograba tirando con MUCHA fuerza…vaya frío). piramide partidaAsí, llegamos al parque y nos desviamos hacia el monumento dedicado al Ejército Rojo. Llegamos a un arco y lo traspasamos. Sé que las construcciones soviéticas no son conocidas precisamente por ser pequeñas, pero lo que nos íbamos a encontrar superó con creces todo lo que pudiera esperarme. soldado1Al pasar el primer arco se veía una estatua de una mujer llorando a sus hijos caídos en la lucha, bastante grande, al fondo de un paseo. Yo, ilusa, pensé que eso sería todo el monumento (un arco, una estatua… bien) pero al llegar a la estatua giramos la cabeza hacia nuestra izquierda y se nos abrieron las bocas hasta tocar casi el esternón. Era i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e. Una especie de pirámide roja inmensa, partida en dos, con dos soldados arrodillados delante de cada uno franqueaban el paseo que se iniciaba y subía desde aquella plaza.

Pero eso no era todo. sarcofagosovietAl fondo se veía otra estatua, cuyo tamaño sólo se hacía evidente al llegar al centro de la pirámide partida. Entonces otro jardín abajo, rodeado de sarcófagos blancos (que al parecer guardaban los cadáveres de 7000 soldados), conducía a la descomunal estatua construída sobre una colina que representaba a un soldado soviético pisando varias cruces gamadas y que sostenía a un niño en un brazo y una espada en el otro. Realmente sobrecogedor. ¡Y apenas hablaban de él en las guías! monumentsovietY por otro lado le daban tanto bombo al decepcinante Check Point Charlie…no entendía nada. Al avanzar por entre los sarcófagos blancos, vimos como a los lados se representaban escenas de la guerra, y en las caras que daban al frente había citas de Stalin. Anduvimos por la zona un rato, y la verdad es que el sitio merece una visita porque, además de lo impresionante del monumento en sí, el lugar es bien bonito. WOW.

Salimos de allí pensando que habíamos encontrado un tesoro muy bien escondido. Y desde aquí comenzamos la tarde de los “monumentos descomunales”. Desde allí cogimos un tren y nos acercamos al aeropuerto de Tempelhof.  Ya desde el tren se veía que era grande, pero al bajar y entrar comprobamos cómo este aeropuerto tempelhofconstruído por Hitler se había reconvertido en un parque donde la gente hacía “snow” con parapentes pequeños y volaba cometas (y por poder, podría haber volado naves espaciales porque era gigantesco). Coincidió que estabamos muy cerca de Mustafas Gemuse, “el mejor kebab callejero de Berlín” (recomiendo ver la página que, aunque está en alemán, no tiene desperdicio 😉 ) y, aunque era media tarde, de nuevo creímos que merendar un buen kebab era más que razonable. Y aquí encontramos nuestro tesoro gastronómico. tempelhof2En el puesto había una cola bastante grande, pero pensamos que pasaría rápido. La verdad fue que esperamos casi 1 hora a que nos pusieran dos durum del tamaño de dos bazocas que comimos en el bar de al lado (VOGT´S) donde, amablemente, nos dejaron degustar los deliciosísimos tubos de carne con cebolla, champiñones, queso, pimientos, calabacín, tomate, lechuga, picante… Más tarde descubrimos que “gemuse” significa verdura y entonces entendimos todo. Lo que pedimos era “All-In” (sugerente nombre de guarrindongada). WOW. Lamento decir que de estas delicias no hay foto, pero la gula pudo más que el afán divulgativo. También comentar que al lado de Mustafa Gemuse se encuentra Curry 36, donde también había una buena cola y que debe ser uno de los mejores lugares para comer currywurst.

Y ya de noche… “sopita” para descansar un poco

Brunnenstrasse, zona límite Mitte y Prenzlauer Berg

Una buena maratón, con lo cual al anochecer estábamos cansados y pensamos en cenar algo cerca de casa. Dimos muchas vueltas, y al final justo debajo de casa había un sitio pequeñito al que no habíamos prestado atención (¡error!) antes: Joris. Era un local pequeñito y muy acogedor, con materiales de madera y otros reciclados mezclados con colores claros, se estaba muy agusto (y encima estábamso solos). Había un mostrador con verduras e ingredientes para echar en las patatas asadas (la especialidad al parecer) y las ensaladas. Como hacía frío preferíamos tomar algo calentito y desgraciadamente patatas no había, así que elegimos sopa (¡acierto!). Había dos tipos de sopa: gulash y sopa de remolacha.

El gulash estaba muy rico, es mas un guiso que una sopa, con trocitos pequeños de carne en una salsa de verduras especiadas. Y la sopa de remolacha, que tenía patata, cebolla y remolacha (creo) con un chorrete de nata en medio, era una cosa exquisita. Y enorme. Las sirvieron en unos tarros de cristal, así que nuestra cena ligera fue el broche de la perfecta bacanal. A partir de aquí, empachados.

NOTA

En este post hay una falta notable de fotos de comida y alimentos, y eso significa una cosa: todo lo que comimos aquel día estaba tan sumamente bueno, que se me olvidó por completo sacar fotos. Mejor recomendación no puedo hacer 😉 En el caso de la especias, es porque tengo una obsesión loca por adquirirlas, con lo cual me pasé media hora eligiendo y para cuando acabé había muchas caras hostiles mirándome… así que no hubo tiempo de fotografiar el puesto. Para compensar, estas son:

especiasturcas

Madras curry, especias para espaguetti y tandoori

Come Lola come: Berlín (III)

Museo del currywurst y catedrales de chocolate

Mitte, zona puerta Brandenburgo

brandenburgSegundo día en Berlín! Era lunes, así que decidimos hacernos un freetour, ya que nacieron en Berlín y nos los habían recomendado en varias ocasiones. Y además porque para ponerse en situación y saber dónde está todo es lo mejor. Partimos de la plaza de París donde nos apelotonamos para entrar, al igual que otras 100 personas, en un maldito Starbucks (la necesidad de cafeína nos hace ser débiles) y al final entramos en el de al lado que era lo mismo pero con otro nombre y con conejitospasteles más ricos (aparentemente). Nota mental: semana santa en Alemania = conejitos forever (& everywhere). Nuestro guía no nos disgustó pero tampoco nos encantó (le faltaba un poco de gracia) aunque realmente sirvió para su propósito y nos hicimos una composición de lugar. Fuimos a los lugares emblemáticos y típicos de la ciudad (Puerta de Brandenburgo, monumento al holocaustro, Checkpoint Charlie, el muro, etc) mientras nos explicaba todo y nos contaba algunos truquillos. chocotedralPor cierto, pasamos por Fassbender & Rauch (la página está en alemán pero no hace falta entender nada, con ver basta) la tienda de chocolate más famosa de Berlín, donde barcos y catedrales de chocolate se exhibían en el escaparate y donde no compramos nada, cosa que ahora lamento.

La comida fue, por la falta de tiempo y el lugar donde nos soltaron, donde se pudo. Y en concreto en el museo del currywurst. cuuryatthewallTe dan un ratito para comer para seguir con el tour, con lo cual fue un poco estresante. Lo que comimos es evidente, pero comentar que pedimos las salchichas con hierbas para cambiar. Y una ensalada de patata que sabía como los pintxos de ensalada de puerros (con puerros, jamón de york y mayonesa) que son dulzones y ricos. Seguimos con el tour,  viendo la Universidad Humboldt (por donde han pasado Marx, Hegel o Einstein), el monumento a la quema de libros (difícil de ver a través del cristal lleno de barro y pies), la ópera y la catedral de Berlín, donde terminamos. Una vez allí, decidimos ir a ver el museo de Pérgamo

¿El paraíso de los Mario Bros.?

Mitte, isla de los museos

…museo que es digno de ver por las maravillas que contiene y por ende, un ejemplo más de expolio masivo (a la par que el British Museum, otra maravilla) y leonpergamoque me produce sentimientos encontrados. Las puertas de Ishtar, las “puertas pequeñas” de Babilonia, (donde estuvieron los jardines colgantes), la fachada del mercado de Mileto (donde hace 2600 años Tales, el del teorema, puede que hiciera sus compras), el altar de Pérgamo…¿cómo se llevaron todo eso por favor? y ¡qué pasada! por otro lado. Con las audioguías gratuitas uno se puede pasar horas escuchando las explicaciones (y no explican todo lo que hay porque si no, no serían horas, serían semanas). Sabiendo que nos esperaba una larga lección de historia, nos comimos unos perritos y unos crepes de nutella impresionantes (IMPRESIONANTES) tuberia1en un puestillo fuera del museo para…¿merendar?. Por ejemplo. Y al salir, unas cervezas en un irlandés bajo las vías. Hablando de cerveza, aquel día vimos por varios sitios de la ciudad grandes tuberías de colores que surgían de repente en ciertos lugares, atravesando zonas por la superficie y volviendo a sumergirse en el suelo otra vez. La leyenda cuenta que son tuberías que transportan cantidades ingentes de cerveza por la ciudad, lo que me hizo imaginar un Berlín en el que saliera cerveza de los grifos…¡WOW! Pero nada más lejos de la realidad. En Berlín hay mucha agua subterránea y cada cierto tiempo tienen que drenar ese agua, cosa que hacen a través de las tuberías de colores.

Las chicas que hacen “pffffff” y Benny Hill

Mitte

Y como estábamos por el centro, intentamos ir al Deponie nº3,  que también está bajo las vías de tren (de nuevo dando vueltas para acabar en el punto de partida, con un GPS que parecía vacilarnos). Había leído de mano de un buen cocinero que era un gran sitio para comerse una bradwurst con patatas y sauerkraut, típico alemán, bueno y barato. Realmente el sitio tenía buen aspecto, mesas de madera, velitas, super-acogedor, muy de casa y cálido. Buen ambiente, lleno de gente de todas las edades riendo y agusto. Y el problema no era ni por la comida ni por el lugar. Entramos y sin prestarnos mucha atención (pasando en moto), las camareras nos dijeron que no había sitio para cuatro. Nos fuimos, pero tras 5 minutos mirando los alrededores pensamos que no queríamos ir a otro, ese tenía muy buena pinta y podíamos esperar. Entramos de nuevo y fuimos al fondo, donde todas ellas se apelotonaban. Aun estando en medio de 20 camareras, pasaban a nuestro lado y no nos veían así que después de seguir a una un buen rato, le paré. En este punto la cosa estaba tomando tintes absurdos, parecía una de las persecuciones de Benny Hill (ahora imagino la escena a cámara rápida y con esa cancioncilla XD). Le dije que podíamos esperar a que una mesa quedara libre y le pregunté que cuánto creía que tendríamos que esperar. Dijo que “Pfffffffffff”…yo que sé, entre 5 minutos y 1 hora. –  Vale ¿Y en dos mesas de dos? -Pffffffffffff! Sí, podéis. Y se piró (supongo que diciendo Pffffffffff!!!). En fin, entiendo que con mucho trabajo estuvieran agobiadas pero no fueron nada simpáticas, al menos con nosotros. Así que nos fuimos a otro lado.

¿Filete ruso o hamburguesas?

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

Así pues, derrotados por las chicas “pfffff” volvimos a nuestra zona favorita: Rosenthaler. Hoy tocaba buscar otro sitio y los íbamos agotando poco a poco. Nos llamó la atención un lugar, pirulinenun restaurante ruso al que nunca llegamos a ir, el Gorki Park, que queda pendiente para otra vez ya que tenía muy buen aspecto. La comida no era tan barata como en otros sitios, pero los menús del día sí lo son (6,90€!). El caso es que no estábamos para homenajes, más bien hambrientos rabiosos. Y como habíamos pasado por el Rosenburguer varias veces y siempre estaba lleno…Allá fuimos! Servía menús con diferentes hamburguesas, bebida grande y patatas por 7-10€. La verdad es que las hamburguesas estaban muy ricas (pedimos las más normalitas con bacon y queso, pero había muchos tipos diferentes incluídas hamburguesas vegetarianas), el ambiente era agradable y las cervezas (que uno mismo puede coger de una nevera) estaban buenas. Otro día más, otro acierto más 🙂