Qué ricos cacahuetes

En realidad esto son dos ideas más para aprovechar cosas que hay por la nevera, los armarios, la despensa, la cesta de verduras,… pero ambas tienen algo en común: los cacahuetes. Recientemente he descubierto que la cocina tailandesa (y la coreana) los usan mucho y la verdad es que el resultado es delicioso. También es verdad que a mí me chiflan 😉

Curiosamente, hay un dicho mejicano que dice:

¡Me importa un cacahuate!

Es el equivalente del “me importa un comino” de aquí. Se dice porque son cosas que no valían mucho dinero en su momento, pero no significa que su valor gastronómico sea bajo. Aunque es un alimento rico en grasa, la mitad de esta es monoinsaturada, sobretodo en forma de ácido oléico como el aceite de oliva. Cierto es que la mejor forma de comerlo es comprándolo crudo y tostándolo en el horno, puesto que muchas veces las preparaciones comerciales los fríen en abundante aceite y los salan en exceso. Y las mantecas de cacahuete industriales también incluyen un proceso de hidrogenación para hacerla sólida a temperatura ambiente, así que tampoco son muy saludables. Pero tomar cacahuete de vez en cuando, como digo, tostados en casa sin freir, nos aportarán muchas proteínas, grasa bastante saludable e incluso antioxidantes (y mucho mejor si son con piel). Eso sí, todo en exceso resulta al final malo, así que tampoco es cuestión de empapuzarse a cacahuetes.

Pasta Thai a lo loco (y al trote)

En realidad para preparar este plato tailandés, el “Pad Kee Mao” o “Drunken Thai” (se llama así porque son tallarines que se preparan muy rápido una vez que tienes cortada la verdura y cocida la pasta, y lo suelen tomar los borrachos de fiesta) idealmente harían falta ingredientes como: Nam Pla (salsa de pescado fermentado), mirin (vino blanco de arroz, dulce), vinagre de arroz, tallarines de arroz, albahaca y cilantro y sambal (pasta de guindillas picantes). Pero lo bueno es que con un par de cosillas puede quedar muy rico y el resultado es más que aceptable.

Fundamentales serán los cacahuetes, la lima, los ajetes frescos, salsa de soja, vino blanco y azúcar y huevo para al menos acercarnos. En este caso en vez de tallarines de arroz tenia por casa tallarines de trigo chinos, que quedan muy parecidos y la ventaja de ambos tipos de pasta es que se hacen super rápido, necesitan una cocción mínima y se terminan de hacer en la sartén. Con unos tallarines normales obtendremos algo parecido pero no igual, ya que la textura cambia bastante, pero se puede “apañar”, puesto que la idea de esta receta es hacer algo diferente y exótico con cosas que tenemos por casa.PASTA THAI

Para este plato además he usado, porque es lo que había por ahí, tiras de bacon y cebolletas, la guindilla cayena es opcional. Una buena salsa es fundamental, y en este caso yo había preparado una unos días antes con lo que tenía en la nevera. En realidad pretendía haber hecho tare (para ramen) pero la cosa quedó en salsa inventada X: las proporciones eran 1 de vino blanco, 1 de azúcar y 2 de salsa de soja (aunque yo usé algo menos, 1.5). La medida a usar varía según la cantidad que se quiera preparar. Esta mezcla se revuelve bien para disolver el azúcar y se pone en un cazo a hervir. Cuando lo haga, se deja unos minutos para que espese y se separa del fuego.

Y el resto es simple. Primero se cuece la pasta unos 3 minutos (aunque dependerá de la que se use) y hay que dejarla “al dente”, reservándola en agua fría para parar la cocción y que no se apelmacen los tallarines. Luego sólo hay que dorar un poco la cebolleta en tiras con unos trocitos de ajetes frescos y añadir las tiras de bacon hasta que esté todo tostado (si se quiere, ahora se echa la cayena). Entonces se añade la pasta a la sartén y se le echa un buen chorro de la salsa que habíamos preparado. Se apartan los tallarines y se echa el huevo entero en ese hueco de la sartén, removiéndolo e incorporándolo a la pasta como huevo revuelto. Finalmente, se saca la mezcla de la sartén al plato y se ponen unas rodajas de ajetes fescos para decorar y cacahuetes machacados. También le añadí lima exprimida por encima y un poco más de salsa para decorar.

Con estos ingredientes, mejor si es con cayena para darle el toque picante tan típico de la cocina tailandesa, ya obtenemos un plato con mucho sabor y diferente. La lima y los ajetes aportan sabores más frescos y ácidos, la salsa con azúcar y salsa de soja le da el toque umami, salado y dulce y los cacahetes tostados tienen un punto amargo, por lo que, como suele pasar tan a menudo con la cocina asiática, nos encontramos los 5 sabores en un mismo plato.

Coliflor con bechamel gratinada

COLIFLOREsta receta es mucho más clásica, pero le he añadido cacahuetes para darle otro toque. También es muy fácil: se cortan los ramitos de la coliflor  pequeña o media grande y se dejan 8 minutos a cocer en olla a presión (si no, 15-20 minutos en olla normal). Por otro lado o se prepara una salsa de tomate natural o se usa una comercial, que se vierte en el fondo de una fuente de horno hasta cubrir con una capa de 1 cm. Cuando se termina de cocer la coliflor, se escurre y se echan los ramitos encima de la salsa de tomate. Después se añade la bechamel por encima hasta cubrir, se espolvorea con queso rallado y cacahuetes machacados y se gratina en el horno.

La salsa bechamel de mi bisabuela

Esta salsa bechamel es una salsa que no convence a todo el mundo, porque se hace en cazuela y la harina no se tuesta, por lo que sí, sabe un poco a harina cruda, pero compensa con otras cosas. Sólo hay que tomar una taza mediana y echar dos tazas enteras al cazo. Luego, se disuelven 4 cucharaditas de harina y una de maizena en media taza de leche (lo mejor es echar primero la harina y maizena e ir añadiendo la leche para que no se formen grumos). Se añade esta mezcla al cazo con leche y se empieza a revolver. No hay que parar de revolver hasta que espese, y entonces hay que seguir otros 5 minutos más. Entonces se aparta del fuego y aquí se añade la magia. Se añade sal, un buen trozo de mantequilla, queso en polvo y, si se quiere, un tranchete. Entonces se vuelve a poner al fuego hasta disolver todo esto, que da tanto sabor a la salsa que la harina queda mitigada, y la ventaja frente a otras es que es tremendamente cremosa.

Featured image ruurmo bajo licencia Creative Commons 2.0 genérica (cc BY-SA 2.0)

Come Lola come: Berlín (III)

Museo del currywurst y catedrales de chocolate

Mitte, zona puerta Brandenburgo

brandenburgSegundo día en Berlín! Era lunes, así que decidimos hacernos un freetour, ya que nacieron en Berlín y nos los habían recomendado en varias ocasiones. Y además porque para ponerse en situación y saber dónde está todo es lo mejor. Partimos de la plaza de París donde nos apelotonamos para entrar, al igual que otras 100 personas, en un maldito Starbucks (la necesidad de cafeína nos hace ser débiles) y al final entramos en el de al lado que era lo mismo pero con otro nombre y con conejitospasteles más ricos (aparentemente). Nota mental: semana santa en Alemania = conejitos forever (& everywhere). Nuestro guía no nos disgustó pero tampoco nos encantó (le faltaba un poco de gracia) aunque realmente sirvió para su propósito y nos hicimos una composición de lugar. Fuimos a los lugares emblemáticos y típicos de la ciudad (Puerta de Brandenburgo, monumento al holocaustro, Checkpoint Charlie, el muro, etc) mientras nos explicaba todo y nos contaba algunos truquillos. chocotedralPor cierto, pasamos por Fassbender & Rauch (la página está en alemán pero no hace falta entender nada, con ver basta) la tienda de chocolate más famosa de Berlín, donde barcos y catedrales de chocolate se exhibían en el escaparate y donde no compramos nada, cosa que ahora lamento.

La comida fue, por la falta de tiempo y el lugar donde nos soltaron, donde se pudo. Y en concreto en el museo del currywurst. cuuryatthewallTe dan un ratito para comer para seguir con el tour, con lo cual fue un poco estresante. Lo que comimos es evidente, pero comentar que pedimos las salchichas con hierbas para cambiar. Y una ensalada de patata que sabía como los pintxos de ensalada de puerros (con puerros, jamón de york y mayonesa) que son dulzones y ricos. Seguimos con el tour,  viendo la Universidad Humboldt (por donde han pasado Marx, Hegel o Einstein), el monumento a la quema de libros (difícil de ver a través del cristal lleno de barro y pies), la ópera y la catedral de Berlín, donde terminamos. Una vez allí, decidimos ir a ver el museo de Pérgamo

¿El paraíso de los Mario Bros.?

Mitte, isla de los museos

…museo que es digno de ver por las maravillas que contiene y por ende, un ejemplo más de expolio masivo (a la par que el British Museum, otra maravilla) y leonpergamoque me produce sentimientos encontrados. Las puertas de Ishtar, las “puertas pequeñas” de Babilonia, (donde estuvieron los jardines colgantes), la fachada del mercado de Mileto (donde hace 2600 años Tales, el del teorema, puede que hiciera sus compras), el altar de Pérgamo…¿cómo se llevaron todo eso por favor? y ¡qué pasada! por otro lado. Con las audioguías gratuitas uno se puede pasar horas escuchando las explicaciones (y no explican todo lo que hay porque si no, no serían horas, serían semanas). Sabiendo que nos esperaba una larga lección de historia, nos comimos unos perritos y unos crepes de nutella impresionantes (IMPRESIONANTES) tuberia1en un puestillo fuera del museo para…¿merendar?. Por ejemplo. Y al salir, unas cervezas en un irlandés bajo las vías. Hablando de cerveza, aquel día vimos por varios sitios de la ciudad grandes tuberías de colores que surgían de repente en ciertos lugares, atravesando zonas por la superficie y volviendo a sumergirse en el suelo otra vez. La leyenda cuenta que son tuberías que transportan cantidades ingentes de cerveza por la ciudad, lo que me hizo imaginar un Berlín en el que saliera cerveza de los grifos…¡WOW! Pero nada más lejos de la realidad. En Berlín hay mucha agua subterránea y cada cierto tiempo tienen que drenar ese agua, cosa que hacen a través de las tuberías de colores.

Las chicas que hacen “pffffff” y Benny Hill

Mitte

Y como estábamos por el centro, intentamos ir al Deponie nº3,  que también está bajo las vías de tren (de nuevo dando vueltas para acabar en el punto de partida, con un GPS que parecía vacilarnos). Había leído de mano de un buen cocinero que era un gran sitio para comerse una bradwurst con patatas y sauerkraut, típico alemán, bueno y barato. Realmente el sitio tenía buen aspecto, mesas de madera, velitas, super-acogedor, muy de casa y cálido. Buen ambiente, lleno de gente de todas las edades riendo y agusto. Y el problema no era ni por la comida ni por el lugar. Entramos y sin prestarnos mucha atención (pasando en moto), las camareras nos dijeron que no había sitio para cuatro. Nos fuimos, pero tras 5 minutos mirando los alrededores pensamos que no queríamos ir a otro, ese tenía muy buena pinta y podíamos esperar. Entramos de nuevo y fuimos al fondo, donde todas ellas se apelotonaban. Aun estando en medio de 20 camareras, pasaban a nuestro lado y no nos veían así que después de seguir a una un buen rato, le paré. En este punto la cosa estaba tomando tintes absurdos, parecía una de las persecuciones de Benny Hill (ahora imagino la escena a cámara rápida y con esa cancioncilla XD). Le dije que podíamos esperar a que una mesa quedara libre y le pregunté que cuánto creía que tendríamos que esperar. Dijo que “Pfffffffffff”…yo que sé, entre 5 minutos y 1 hora. –  Vale ¿Y en dos mesas de dos? -Pffffffffffff! Sí, podéis. Y se piró (supongo que diciendo Pffffffffff!!!). En fin, entiendo que con mucho trabajo estuvieran agobiadas pero no fueron nada simpáticas, al menos con nosotros. Así que nos fuimos a otro lado.

¿Filete ruso o hamburguesas?

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

Así pues, derrotados por las chicas “pfffff” volvimos a nuestra zona favorita: Rosenthaler. Hoy tocaba buscar otro sitio y los íbamos agotando poco a poco. Nos llamó la atención un lugar, pirulinenun restaurante ruso al que nunca llegamos a ir, el Gorki Park, que queda pendiente para otra vez ya que tenía muy buen aspecto. La comida no era tan barata como en otros sitios, pero los menús del día sí lo son (6,90€!). El caso es que no estábamos para homenajes, más bien hambrientos rabiosos. Y como habíamos pasado por el Rosenburguer varias veces y siempre estaba lleno…Allá fuimos! Servía menús con diferentes hamburguesas, bebida grande y patatas por 7-10€. La verdad es que las hamburguesas estaban muy ricas (pedimos las más normalitas con bacon y queso, pero había muchos tipos diferentes incluídas hamburguesas vegetarianas), el ambiente era agradable y las cervezas (que uno mismo puede coger de una nevera) estaban buenas. Otro día más, otro acierto más 🙂

Come Lola come: Berlín (II)

Primer día en Berlín. Era domingo, y los domingos son día de mercadillo. Nosotros además estábamos a tiro de piedra de Mauerpark, que es uno de los clásicos y que tiene un poco de todo: muebles, ropa de segunda mano, ropa diseñada por gente joven (desde faldas y vestidos hasta bolsos y ropa de bebés), máscaras de gas y gorros rusos e incluso un hombre que, con latas de anchoas y velas hacía unos barquitos (pot-pot boats) que ponía a navegar en una vieja maleta llena de agua (su funcionamiento se explica muy bien en esta página). Curioso.

Bonanza Coffee Heroes y remolinos de amapola

Prenzlauer Berg

bonanzaBueno, lo primero es lo primero y había que desayunar, así que tratamos de encontrar una cafetería de la que nos habían hablado, el Bonanza Coffe Heroes, que estaba muy cerca de allí. Nos perdimos varias veces y, como vino siendo habitual durante esa semana, al final y después de dar mil vueltas resultó que estaba al lado del punto de partida. cafeterasLo primero que nos llamó la atención fue que NO HABÍA NADA DE COMER, sólo máquinas de café de diferentes tipos, una jarra de agua en una esquina y bolsas llenas de…¿café?. Bueno, pedimos cuatro cappuccinos y, en el laaaargoo rato que tardó en preparar esos cafés, curioseamos por la tienda. Las máquinas eran realmente interesantes, antiguas tostadoras o sistemas extraños, y las supuestas bolsas de café eran en realidad las cerezas del café, “cáscara” como le llamaban, que se aprovechaban para hacer unas infusiones clasificadas por los distintos orígenes. Los cafés fueron llegando de uno en uno, muy elegantemente servidos y muy bonitos (más tarde he descubierto que lo dibujos en la espuma no son simplemente chorraditas sino algo mucho más elaborado, el arte del latte o del café con leche, y eso explica que tardara tanto), pero nos dejaron un poco “tristes” sin un bollito que untar en ellos. El lugar es acogedor y el café está muy rico, pero es para otro momento, un café después de comer o a media mañana o tarde, un café tranquilo y sin gula. Así pues, nos fuimos a por un segundo café con bollo a un lugar cercano para llevárnoslo al mercadillo. Por cierto que los cafés ardían, así que hubo quien los metió en la nieve (que en esta ocasión nos vino bastante bien) para enfriarlos. Yo pedí un bollo que parecía de chocolate con glaseado, se llamaba monhstrudel, que se traduciría como “remolino de amapola” (otro clásico es el monhkuchen, pastel de amapola). coffeePodían ser semillas de amapola por el aspecto, pero el sabor no era ese en absoluto. Más bien se parecía al algarrobo aunque viendo que las recetas llevan miel (o incluso chocolate) no es de extrañar. La verdad es que estaba muy bueno y no empalagaba mucho puesto que el bollo era bastante neutro. Nos paseamos por Mauerpark con nuestros cafés calentitos y nuestros bollos deliciosos, y yo, lejos de comprarme ninguna curiosidad me tuve que hacer con: (A) Calcetines, que me había dejado así que aproveché para comprar unos bien abrigados y (B) Medias térmicas, para ponerme debajo de los pantalones porque estaba entrando en hipotermia. OJO. Las prisas no son buenas, compré mis fastuosas medias térmicas y cuatro puestos más allá las vendían a mitad de precio. NO APRESURARSE ANSIOSOS DEL SHOPPING. Total, salí bien equipada para escalar el Everest y bien timada.

Currywurst im Mauerpark

Prenzlauer Berg, mercadillo dominical

currymarxNuestro primer currywurst en Berlín lo tomamos en una terraza dentro del mercadillo, al lado de otro que vendía arenques asados y salchichas a la plancha. No parecía el mejor lugar, pero la verdad es que estaba riquísimo. Además, pedimos una ración enorme de patatas fritas con aspecto de caseras, y todo esto al solete (y por cierto, bajo la atenta mirada de Marx) fue un perfecto hamaiketako (almuerzo “de las 11”). tiendaretroPara no apalancarnos, nos levantamos y nos fuimos a pasear por Prenzlauer Berg, antiguo barrio obrero relativamente poco castigado por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial y que ahora se describe como “la aldea bohemia”. Encontramos tiendas que podríamos llamar “DDR-vintage” (y que eran prácticamente museos) y nos acercamos hasta la iglesia de Sión, que en otra época alojó a un cura disidente que murió en un campo de concentración. kissTambién pasamos por la panadería Hacker, que al parecer conservaba la esencia de la RDA pero que resultó estar cerrada. Y como este barrio estaba muy muerto nos acercamos hasta la East Side Gallery a ver uno de los besos más famosos de la ciudad. A pesar de estar lleno de gente y ser imposible de fotografiar sin nadie delante, Breznev y Honecker siguen morreándose desvergonzadamente. Más tarde, cruzamos el río por el Oberbaumbrücke, antiguo punto fronterizo entre el Este y el Oeste y uno de los puentes más bonitos de Berlín, hacia el barrio turco, Kreuzberg.

Pasta. Acercándonos al “mediterráneo”

Kreuzberg

Al otro lado, en el barrio más mediterráneo de Berlín, acabamos comiendo en un restaurante de la calle Falckensteinstraße en el que ponía en letras enormes PASTA (aunque no sé si realmente se llamaba así). Como su propio nombre indicaba, servía spaghetti, fusilli (espirales) o penne (macarrones) con diferentes salsas. En este pequeño local decorado con sencillez (mención especial merece el baño, una habitación intrigante, y el hecho de que tienen fotos de la comida, otra vez) donde uno está agusto y tranquilo, pedimos spaghetti con verduritas y mozarella, y fusilli con verduras y carne picada. Los platos eran enormes, no era nada caro y la verdad es que estaba todo delicioso. Nada estridente, sólo pasta bien hecha y acompañamientos frescos y ricos. oberbaumbruckeLo que no estaba nada rico era la bebida de moda, Bionade, que en realidad no engaña a nadie: no sabe a nada como su nombre indica, Bio-nada. Cogimos dos sabores para probar, Ingwer-Orange y Holunder, o sea, jenjibre-naranja y “anciano” (sea lo que sea eso), y lo mismo podrían haber sido de agua de borrajas porque no tenían apenas sabor ni sabían a nada identificable. Seguimos andando después de una buena sobremesa (la gente allí come y se va, en el tiempo que estuvimos fueron y vinieron tres tandas de personas), y llegamos a Friedrichstain, el barrio alternativo. Allí pasamos por Rigaerstrasse y sus casas okupas y buscando algo del sol acabamos en el Raw Tempel, un antiguo complejo de naves industriales que aparentemente albergan talleres, galerías, salas de conciertos, un cine al aire libre, una cafetería, una tienda de bebidas…y un bar al lado de una enorme pista de skate, en el que nos metimos para tomar una cerveza y entrar en calor. Estaba lleno de chavalitos y sus madres, que llenaban los asientos con las tablas y chaquetas de sus hijos así que estaba complicado sentarse. Entraban y salían adolescentes y niños, y hubiera sido interesante si dejaran pasar a la pista para echar un vistazo, pero había que pagar. En fin, entramos en calor, que era el objetivo, con unas cervezas (en botellín, no había cañas).

Fam Dang y Thai Ha: el ying y el yang

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

ayuntarojoUn poco más tarde pasamos por Alexander Platz y el ayuntamiento rojo (que no es rojo en un sentido figurado, ya era de color rojo antes de ser el ayuntamiento del Berlín soviético) y al no ver ningún lugar apetecible para tomarnos otra cerveza nos acercamos a la zona de Rosenthaler que nos quedaba más cerca de casa. Al principio entramos en Fam Dang, un restaurante vietnamita que tiene al menos dos establecimientos en Berlín. Lo cierto es que no llegamos a probar la comida. Era aun pronto para cenar y lo que queríamos era beber algo antes. Vimos que dentro había gente bebiendo cerveza y té, sin comer, así que entramos. La camarera no sabía bien inglés, pero nos hicimos entender de sobra para pedir cervezas. Pedimos dos de medio litro para compartir entre cuatro, cosa que ya habíamos hecho antes porque esas cervezas sólo las venden en formato 50 cl, y una cada uno era una burrada. La chica empezó a hacer gestos y ruidos raros, nos puso mala cara y se fue refunfuñando. Luego vino otra que nos dijo que qué queríamos, le explicamos de nuevo, y nos dijo que ok. “¿Y de comer?” Aun nada, gracias. “Si no coméis no podéis estar aquí, podeis ir al bar de al lado. Adios. Gracias”. Así que no sé cómo sería la comida pero las chicas muy desagradables. Lástima, tenía buena pinta y la página web promete.

Enfadados nos fuimos a un bar cercano donde no había nadie y donde nos pusieron las mismas cervezas para compartir, sin problemas y más baratas. Es más, según la carta era la “Happy Hour” y teníamos Gin Tonic a 3.5 €…Precio diputado… En fin, porque no nos apetecía, que si no…Después buscamos un lugar para cenar. Como teníamos ganas de algo asiático y el Fam Dang nos había dejado con las ganas, encontramos cerca el Thai-Ha, un pequeño local de comida tailandesa para llevar, normalito. Perfecto, así esa noche cenábamos en casa tranquilamente. Bueno, en realidad tienen 3 o 4 mesas en el local, pero es pequeñito y suele llenarse, aunque no apetece mucho quedarse porque el sitio es un poco sucio y no muy bonito, con fotos de los platos (como no). Nos hizo gracia que en el cartel pusiera “100% glutamato free”, cuando la cocina asiática y el glutamato son los máximos exponentes del umami, por lo que parecen ir unidos. Pedimos una de las especialidades, Cari Xanh (curry verde) con pollo crujiente y pato crujiente. Estaba muy rico, pero picante a rabiar. También unos noodles con pollo y salsa de cacahuete (creo que era Phó Tron) que estaba aun más rico de sabor, pero los noodles no estaban para echar cohetes en cuanto a textura porque se quedaron pegados y apelmazados. Lo que está claro es que te tiene que gustar la comida picante, porque pica y ¡mucho! Menos mal que compramos un montón de cerveza…Total, 23 € entre 4 personas, comida abundante. A comentar: normalmente con una cena como esta, copiosa y picante, solíamos pasar mala noche pero sorprendentemente dormimos muy bien y nos despertamos con el estómago ready-to-go (de nuevo).

Come Lola come: Berlín (I)

La meca del currywurst. Un poco de historia…

currywurst3Quien piensa en Berlín, piensa en currywurst. Bien es cierto que la gastronomía alemana tradicionalmente se relaciona con codillo o schnitzel (escalope vienés) acompañados de sauerkraut (col fermentada ácida) y regados con rica cerveza alemana, pero la comida de supervivencia más extendida, el representante de la gastronomía “al trote” popular, es el currywurst. Calles y calles salpicadas de puestillos (imbiss), haciendo la competencia a kebabs y burguers, hacen de este aperitivo un icono de la gastronomía berlinesa. De hecho, es en esta ciudad donde existe un museo dedicado a la famosa salchicha cortada en rodajas con salsa de tomate y curry. Y si bien el plato es famoso en toda Alemania (se cree que al año se sirven 800 millones de currywurst en todo el país germano), en Berlín lo es más aun porque aquí es donde, al parecer, se inventó. Y digo al parecer porque hay cierta controversia. La versión más extendida de la leyenda es que una mujer llamada Herta Heuwer, haciendo uso de varios ingredientes que obtuvo de los soldados ingleses (ketchup, curry y salsa worcestershire) y junto a otras especias, inventó una salsa que luego vertió sobre unas salchichas asadas. Empezó a vender entonces este barato aperitivo en su puesto de Charlottensburg. Esto ocurrió en 1949, y en 1951, cuando su plato se había convertido en un must para los obreros que reconstruían Berlín tras la segunda guerra mundial (al parecer vendían 10000 raciones semanalmente), Herta patentó su salsa mágica a la que llamó “Chillup“. La segunda versión de la invención del currywurst habla de la señora Lena Brücker, una mujer que ya en 1947 (y en Hamburgo), habría creado una salchicha con curry. Esta versión de la historia apareció en 1993 de la mano de Uwe Timm, en un libro llamado  El descubrimiento del la salchicha al curry. Y es que este escritor alemán comentaba que él ya comía currywurst en su Hamburgo natal en el puesto de la señora Brücker, allá por el año 1947, dos antes de que la señora Heuwer lo inventara en Berlín. En cualquier caso, ambas tienen una placa conmemorativa en sus respectivas ciudades.

RECETA: curryburriwurst

Comida buena y barata en letras de neón

berlinpostal

Cerveza, currywurst, codillo, pasteles, bibimbap, pretzel… Al ponerse uno a preparar el viaje a Berlín, además de buscar rutas para patear y señalar lugares que no hay que perderse, es imposible no toparse con posts y recomendaciones sobre gastronomía, comentando las deidades de una comida apetecible y económicamente muy accesible, que hacen que cualquiera se pase el día imaginando lo que va a comer cuando esté allí…Parece que vayas a donde vayas comerás bien casi seguro, y además, barato. Y la vuelta puede convertirse, claro, en varios kilos extra materializados en una protuberancia con vida propia en el abdomen (a la mía le puse nombre), así que merece la pena comentar un par de cosas importantes a tener en cuenta en Berlín. Una, que es muy fácil acabar haciendo no cinco sino siete comidas, a cualquier hora, debido a la tremenda oferta que hay por todos lados (puestillos callejeros o restaurantes que esconden alguna comida tentadora). La segunda, que las raciones en Alemania, en general, son grandes. Perdón, ENORMES.

Por cierto, el mejor lugar para comer puede que no sea el sitio con más encanto ni más bonito…

Salchichas y cerveza a 25.000 pies

Qué mejor manera de empezar una bacanal que con especialidades típicas para tranquilizar a los ansiosos mientras vuelan a su destino. La verdad es que, acostumbrada a compañías aéreas en las que te despiertas en medio de la tómbola de las barracas con un azafato agitando cuatro tarjetas de rasca y gana en tu cara, el almuerzo de Lufthansa supuso un cambio considerable. warsteinerNos dieron cerveza en botella (si, no dejan meter navajas pero sí beber en botellas de vidrio) de 330 ml y una salchicha con salsa de mostaza envuelta en su panecillo (hot snack special). En el segundo avión al que tuvimos que subir, creímos (ilusos) que nos servirían otra salchicha pero no tuvimos tanta suerte y nos pusieron cerveza y galletas saladas con sésamo en forma de pececitos.

Al bajar del avión de temperatura tropical nos dimos de morros con el más que gélido aeropuerto de Tegel, que nos daba la bienvenida a -12ºC. Aunque nuestro primer puestillo de currywurst estaba a escasos 10 m de donde esperábamos al autobús que nos llevaría hasta Berlín, no probamos entonces la exquisitez autóctona puesto que teníamos pies y manos congelados y la mente entumecida. “¡Joder, qué frío!“. De hecho, el invierno más frío y largo de los últimos 60 años, y el marzo más helador también, como supimos más tarde.

Cuatro hambrientos pasajeros que en todo el día habían comido una salchicha, dos cervezas y unos pececitos con sésamo. Una vez dejamos las cosas en el apartamento (que alquilamos en Airbnb, un formato en el que alquilas la casa a gente de allí con una amplia gama de precios, lo que hace de la estancia algo mucho menos impersonal), nos fuimos hacia una zona con bastantes restaurantes y acabámos entrando al que ofrecía más variedad pero que no tenía un aspecto muy tentador. Eso creíamos…

Sorprendente Rosenthaler

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

rosenthaler

Este restaurante a primera vista, siendo un local bastante grande con fotos de los platos (una de las reglas de oro a la hora de elegir un sitio para comer es que si tienen fotos de la comida, malo) visibles desde fuera, el cartel luminoso enorme, el toldo y un menú que incluía un poco de todo (pasta, pizza, kebabs, durums, pollos asados, ensaladas…) desde luego parecía que iba a ser una mala elección, pero cuando el hambre aprieta… Resultó que dentro era bastante acogedor, con una barra grande y decoración similar a la de un restaurante italiano clásico mezclado con motivos ochenteros que no pegaban nada, pero curiosamente no se estaba nada mal. Pedimos dos durum, uno normal y otro con salsa picante, una pizza de pollo y una pizza Calzone. Y dos cervezas de medio litro, todo para compartir entre cuatro. Los durum medían 30 cm de largo y tenían un grosor de unos 10 cm. GIGANTES. Y estaban atómicos. La pizza de pollo tenía, efectivamente, trozos de pollo marinado y rúcula por encima, haciendo que fuera sabrosa y fresca a la vez. Por último, la inmensa pizza Calzone tenía una pinta de muerte (como una empanadilla gigante decorada con un borde trenzado) así que no pudimos dejar de probarla a pesar de la llenura, y como estaba francamente buena, la terminamos . Es decir, que nos pusimos chatos.calzone

De postre té turco, que en realidad era un té que llevaba al menos dos días macerando en agua, fuerte y amargo, y al que añadimos tranquilamente 5 cucharadas de azúcar para compensar. En fin, vino bien para “bajar” la comilona. Total, la cena nos salió a 5 euros por barba, y teniendo en cuenta que además la comida estaba muy rica y los camareros eran muy simpáticos, es un lugar recomendable si se pasa por la zona.

Para la primera noche habíamos hecho una buena “inauguración” del barrio y aun nos quedaban muchos días por delante…

Curryburriwurst

Currywurst “a la mexicana”

En vísperas de nuestro viaje a Berlín, después de haber visto la palabra “currywurst” unas 700 veces, nuestra nevera nos hizo señales para preparar la susodicha receta. Hombre, algo “tuneada”. Teníamos que gastar lo que quedaba en casa, y casualidad, en la nevera había salchichas y pimientos… en el cajón cebollas… en el armario una lata de tomate triturado y tortas de trigo para fajitas…tenía toda la pinta de que iba a ser comida de fusión.

curryburriwurst2La receta en realidad consta de una salsa de tomate casera, salchichas y fajitas, no tiene más. Eso sí, para simplificarla uno puede sustituir la salsa por tomate frito o ketchup, pero el tomate casero siempre está más rico. Lo cierto es que el currywurst auténtico lleva más bien una combinación de tomate frito con diferentes especias, así que la salsa que cada uno añada puede ser una labor empírica de mezclas de ingredientes… cada cual que elija. Eso sí, la única complicación de esta receta es la salsa, el resto se hace solo (casi).

Ingredientes (cuatro burritos)

Salsa de tomate casera

  • 390 g de tomate triturado (una lata pequeña)
  • Media cebolla (o una pequeña)
  • Medio pimiento verde (o uno pequeño)
  • Aceite de oliva virgen (también hará falta para freir las salchichas)
  • Sal
  • Azúcar

Resto de ingredientes

  • 4 salchichas grandes (u 8 pequeñas)
  • 4 fajitas
  • Curry en polvo

Preparación

Se cortan la cebolla y el pimiento en trozos pequeños y se ponen a pochar en una sartén con 2 cucharadas de aceite, puesta a calentar previamente (no dejar que el aceite humee, eso significa que se está quemando y es cuando se produce acroleína -ver Cómo freir un alimento). Primero saltear un par de minutos a fuego fuerte y después dejar a fuego medio hasta que la cebolla y el pimiento estén tiernos. Una vez pochados, se añade el tomate triturado y un poco de agua (se pueden añadir unos 50-75 ml, es decir, un chorro que puede servir para limpiar lo que queda en la lata y así “enriquecemos” ese agua añadida), se sala al gusto y se añade azúcar para compensar la acidez. La cantidad puede variar, lo mejor es ir añadiendo e ir probando, pero una cucharadita suele bastar. Se deja la mezcla a fuego suave-medio durante 5 minutos.

Mientras, se pueden ir friendo las salchichas enteras (con una cucharadita de aceite basta) hasta que estén doraditas. Se reservan.

A los 5 minutos (aprox) se pasa la mezcla al vaso de la batidora y se bate, eligiendo la consistencia (fina o grumosa, mejor si tiene trocitos de verdura) deseada. Se reserva la salsa (la cantidad que se añada a los burritos variará según el gusto de cada cual, pero seguramente sobre).

Por último, usando una sartén de diámetro similar al de las fajitas, se tuestan las tortas que previamente habremos humedecido con un poquito de agua (nota: no hay que sumergirlas en agua ni ponerlas bajo el chorro del grifo, tan sólo untar con unas gotas con la mano para que queden tiernas y no secuchas).

Montaje

Se toman las fajitas y se coloca una salchicha en cada una (2 si son pequeñas). También se pueden cortar en rodajas para que sea más similar al currywurst, pero el no cortarlas facilita el doblado y manipulación de la fajita. Se vierte salsa de tomate por encima al gusto y se espolvorea de curry (también al gusto) por encima. Se dobla la fajita para hacer paquetitos y listo, a comer!!

Wunderbar wei!

Calaveras garbanceras y calaveritas de azúcar

La calavera de azúcar puede ser un bonito disfraz o bien un dulce

Y es que este fin de semana decidimos disfrazarnos de algo que ha resultado ser también una comida: de Catrinas o Calaveras de Azúcar, que consiste en pintarse la cara como una calavera pero añadiendo además diferentes decoraciones de colores, haciendo formas de flores, corazones, espirales, etc. El resultado es bonito a la vez que barato, aunque en realidad no es un disfraz típico de carnaval sino del Día de los Muertos en Méjico, puesto que tanto la Catrina como las Calaveras de azúcar simbolizan la muerte. Sin embargo, el significado en origen de ambas no es el mismo que hoy en día.

La Catrina originariamente llamada La Calavera Garbancera es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera. «Garbancera» es la palabra con que se conocía entonces a las personas que vendían garbanza que, teniendo sangre indígena, pretendían ser europeos (ya fueran españoles o franceses) y renegaban de su propia raza, herencia y cultura. En realidad, era un forma de crítica que no simbolizaba la muerte sino «…en los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz».

En cuanto a las Calaveras de Azúcar, su procedencia está en las costumbres de los antiguos mesoamericanos y sus sacrificios rituales, siendo ahora una receta popular de un dulce que hoy en día sirve para recordar a los difuntos (y el destino que todos compartiremos). Algo así como los huesitos de santo que se elaboran el dia de todos los santos.

calaveritas de azúcar

Fotografia: Ricardo Sanchez Belmont Bajo Licencia Creative Commons BY 2.5

Gastronomía en el Año Nuevo Chino

El año nuevo chino (Nian) será el 10 de febrero

pastel chino

En este mi primer post, no me voy a poner a dar las predicciones de cada signo para el 2013 (de eso poco sé) aunque sí puedo decir que entramos en el año de la serpiente.

El otro día, en una charla que tuvo lugar en el Koldo Mitxelena Kulturgunea de Donosti a cargo de Adela (Ning Lu), directora del Centro Chino de la misma localidad, se habló sobre el año nuevo chino.

Además de contarnos las leyendas que explican la celebración y las actividades que se llevan a cabo, hubo una sección para la gastronomía. La cena está llena de simbología y hay que comer ciertos alimentos para empezar bien el año. Aquí un resumen de algunas comidas importantes:

  • Se come pescado (yú 鱼) que en chino suena igual que sobras, y se refiere a que siempre sobre algo de dinero a final de año.
  • También se come pollo, que suena como buena suerte o agarrar la suerte.
  • Las manos de cerdo también se comen porque su significado es algo parecido a agarrar la suerte.
  • Las empanadillas (jiǎozi 饺子) son especialmente importantes. En su elaboración participa toda la familia, y dentro de una de ellas se esconde una moneda. Quien la encuentre tendrá mucha suerte el año nuevo. Además, su forma recuerda a la antigua moneda china, simbolizando riqueza.
  • También se consumen albóndigas y un pastel pegajoso y dulce llamado Nián gāo (年糕) como símbolo de cohesión. Más tarde, se comen Yuan Xiao Jie, unas bolas de arroz rellenas de pasta dulce, simbolizando la unión y cohesión.

La verdad es que salimos de la charla pensando en todos estos platos y con ganas de probarlos. Si organizaran una típica cena de Nian y nos acercaran esta costumbre tan poco conocida aquí sería una gran idea. Mientras… ¡feliz año nuevo chino! Xin nian hao!

Fotografia: Juliana Pang Bajo Licencia Creative Commons BY 2.0