Guía trotera de supervivencia para comer, beber y disfrutar en Borgoña

Supongo que pensar en ir a Borgoña sugiere un viaje lleno de glamour rodeado de ricos vinos. Es una opción, desde luego. Sin embargo voy a proponer algo más de andar por casa (sin privarse de cosas ricas, eso sí) que sirva como guía para pasar un fin de semana largo entre Dijon y Beaune, trés jolie y bon marché. Ahí van mis consejos…

Capitulo I: Vinos de Borgoña, cervezas, siropes y bebidas de té

Empezando por el qué beber en Borgoña… si, vino, claro. Parece lo obvio. Desgraciadamente, no vuelvo con grandes recomendaciones de Grands Crus. vinoUna copita de vino cuesta como mínimo 4 € y la verdad es que no he probado aun ninguno que los merezca. Puede que sea que los que he probado, casualidad, no eran muy buenos o quizás es que haya que hacerse a ellos, acostumbrar al paladar a estos sabores y texturas tan diferentes. La mayoría me resultaron vinos con poco cuerpo y sabores u olores no especialmente agradables (sabores a madera exageradamente intensos o aromas a húmedad, como a fregona mojada). En una ocasión pedí un pinot noire y estaba más rico, entre otras cosas porque tenía más cuerpo que el resto. Sin embargo otros Côte de Beaune que probé me resultaron insípidos, mientras que a una amiga (con buen paladar) le gustaban bastante esa textura y ese sabor más ligeros. Quiero pensar que es cuestión de gusto. Por otra parte, los blancos que probamos me parecieron más sabrosos y ricos, como un blanco dulzón llamado Domaine de Laguille, un Côtes de Gascogne (Gros Manseng). Por cierto, algo curioso es que hasta en el supermercado son caros. Aquí por 5 € hay vinos más que decentes, pero allí habría que pagar entre 15 y 20 € para empezar a probar algo agradable al paladar. En fin, esta ha sido una primera toma de contacto con los vinos de Borgoña, no desisto. No será la primera vez que algo resulta desagradable a la primera y después nos encanta, ¿verdad? A pesar de todo, si se quiere probar una muestra de vinos de la zona tengo una mejor opción y más económica en comparación (que ir probando copitas o comprando botellas a precios prohibitivos). Más adelante la comentaré…

Visto lo visto, ya sé que en un lugar de vinos como Borgoña parece un sacrilegio pedir cerveza pero es mi elección sin duda. Las cervezas también son caras, pero como opción me parecen mucho más interesantes. En los bares hay cañas (biére pression), en algunos de marcas como Heineken y Kronenbourg, pero en otros de Leffe, Grimbergen o Chouffe. La caña también cuesta unos 4 € pero la relación calidad-precio es mejor en este caso. Y si alguien se anima a probar las especialidades francesas, tiene varias opciones:

  • Panaché: el panaché es sencillamente una clara, es decir, cerveza con gaseosa.
  • Mónaco: esta es una bebida que se ve mucho. Es de color rojo, ya que se hace mezclando una clara con sirope de granadina, adquiriendo así en parte el color del la bandera de Mónaco. Por cierto, les encantan los siropes, de todos los colores, de todos los sabores.
  • Picon: se le llama picon a la cerveza rubia con Picon®, una bebida amarga a base de naranja.

arizonaSi hablamos de bebidas sin alcohol, es habitual ver a la gente en los bares con unas bonitas botellas de té de diferentes sabores: té verde con miel, té con sabor a limón, té verde con granada, té con sabor a melocotón o té blanco con arándanos. La marca es Arizona, son de EEUU y son muy suaves. No son muy dulces, cosa curiosa, con lo cual es una opción bastante sana y que encima no empalaga. Si miramos en la página francesa existen sólo estas 5 variedades, pero la página americana es una locura. Existe la página en español, pero no he visto por aquí*, y segun la misma existen las mismas 5 variedades que existen en Francia. Precio: entre 1.5 € y 2.5€ según dónde lo compremos.

*Acabo de encontrar en una tiendita cerca de mi casa y costaban 1.6 €. Estaban prácticamente todas las variedades de tés verdes y negros. No las había visto antes, puede que hayan traído porque es veranito 😉

Capitulo II: beaucoup de fromage

Algo que nunca decepciona en Francia son sus quesos, vayamos a donde vayamos. La variedad es mucho mayor a la que tenemos nosotros y hay varios tipos que la verdad, entran a cualquier hora del día, ya sea por la mañana, por la tarde o por la noche.

comte IRecomiendo hacerse con unos cuantos trozos de queso (a mí me gustan especialmente el Morbier y el Comté, que son más bien suaves, pero si gustan los más apestosos y olorosos tranquilidad, porque hay mil tipos que pueden destrozar la pituitaria de cualquiera). Hay muchas variedades locales: Époisses de Bourgogne, Délice, Régal Bourgogne aux Raisins, St Soleil, Morvan, Palet de Borgoña, Poiset au Marc, Lámi du Chambertin, Maconnais, Aisy Cendré, Délice des Crémiers, etc. Un buen plan es comprar varios tipos de queso y  pan y hacer una comida al trote, para no detenerse demasiado a la hora de comer y poder así visitar más sitios. Además, el queso al aire libre es una delicia…

Capitulo III: especialidades locales en el mercado

En Dijon hay un mercado que los sábados es un hervidero de gente. Si vamos allí no merece la pena detenerse en las pescaderías, ya que el pescado no es especialmente bueno en esta zona. Sin embargo, hay otras cosas que sí son interesantes y con las que se puede almorzar in situ: justo en el centro del mercado hay un “chiringuito” que sirve vinos y donde se puede comer lo que se compre (para ayudar a pasar el vino 😉 ).

Al pasear por el mercado veremos carnicerías, pescaderías, charcuterías, puestos de frutas y verduras, puestos con muchos tipos de quesos, puestos con dulces y pasteles e incluso puestos con ingredientes y comidas asiáticas. Muchos puestos. chiringuito IIIEntre tanta comida parece difícil centrar la atención en una sola cosa. He aquí mi propuesta si la intención es comprar cosas para comerlas en el mencionado “chiringuito” central:

1. Lo primero, hacerse con un poco de pan, que en Francia es bastante rico en general.

2. Para acompañar el pan se pueden comprar varias cosas: el omnipresente queso (por supuesto) o embutidos. Es típico de la zona el saucisson lyonnaise, que es un salchichón bastante ancho del que existen múltiples variedades. Yo vi con avellanas y cépes, pero por lo visto hay con queso Beaufort, myrtilles (una especie de pequeños arándanos muy típicos de Francia), queso de cabra, aceitunas, nueces, ahumado, etc. Puedo hablar del de avellanas, que me llamó la atención y fue el que compré. Lo cierto es que esperaba encontrarme avellana tostada y picada en el interior pero no, lo que tiene es avellanas enteras y crudas. La verdad es que resulta curioso encontrarse esa textura en el salchichón pero no me parece una combinación especialmente acertada. El resto de combinaciones sería cuestión de probar, pero intuyo que el de myrtilles sea mejor. En cualquier caso el salchichón en sí está muy rico pero ojo, porque no es barato (10-15 € la pieza). Otra buena opción es comprar algún tipo de paté (que también los hay con setas, con frutos secos, etc) y del cual podemos obtener un trozo para almorzar a buen precio (1-2 €).

3. Una cosa que se ve mucho allí y que es muy apropiado para esta parada es el pâté en croûte, un paté envuelto en masa brisa u hojaldre. En su interior evidentemente hay paté (el primero que probamos era de súper y estaba relleno de paté de campaña), pero también hay variantes (en el mercado cogimos uno con trozos de pollo, mostaza y limón, riquísimo).

4. Si lo que nos apetece son dulces, allí es típico el Pain d’épices, unos bizcochos especiados de sabor fuerte y anisado, pero que son algo secos. Hay muchas variaciones en diferentes formatos y con diferentes añadidos (chocolate, myrtilles, etc). De todas formas los recomiendo más bien para el desayuno, porque como mejor están es untados en leche 😉pan de epices

Por otro lado, entre los cientos de pasteles que hay en las pastelerías sería complicado elegir uno solo. Aun así yo recomiendo probar la tarta de limón (tarte au citron). Para quien no la conozca, es una tartaleta rellena de crema al limón cubierta de merengue gratinado. La crema es dulce y ácida por efecto del limón (la clave está en que estén equilibrados el dulzor y acidez), la tartaleta crujiente y el merengue dulce y esponjoso. Una combinación deliciosa. Aquí no es tan fácil encontralo y es una manera de salise del típico pain au chocolat en el que todos caemos, pero que ya está muy visto.

pastel de limon

5. Y antes de irse, claro, se puede comprar un poco de mostaza de Dijon, tan famosa. Está la típica, pero la hay con vino blanco, casis, avellanas, en grano, con estragón,… Lo cierto es que se puede comprar en mil sitios. Es recomendable saber que los franceses nunca la compran “tuneada”, lo que hacen es comprar la básica y luego le añaden los diferentes ingredientes ellos mismos.

Capitulo IV: si se tiene cocina y se puede montar el tenderete, prepare unas Galettes

Si se va a casa de algún conocido, a unos apartamentos o en resumen, se tiene acceso a una cocina, hay algo que siempre es una gran idea: preparar galettes. Conseguir harina para galettes es fácil, es una opción económica, es típico de Francia y está bien rico.

Nosotros estamos muy acostumbrados a los crepes, pero una especialidad de otra zona de Francia (Bretaña) es una variedad de los crepes elaborada con trigo sarraceno (que no es trigo sino alforfón) y que son lo mejor para un relleno salado. galetteLas galettes son más oscuras y quedan más crujientes, con un textura menos esponjosa que la de un crepe. Se pueden rellenar desde con jamón y queso hasta con salchichas, carne picada, pollo, bechamel, huevo, verduritas o (lo mejor) una combinación de varios ingredientes. La carne picada o el pollo con bechamel y verduritas es una mezcla exquisita, pero si se quiere algo más típico de allí, lo suyo es hacer de jamón, queso (a veces también cebolla) y huevo (galette complète) o enrollado alrededor de una salchicha de la zona a modo de perrito caliente (galette saucisse).

Capitulo V: visitas culturales, paradas gastronómicas

Voy a hacer un par de recomendaciones de lugares y comidas que me gustaron especialmente.

Una es Beaune. Se pronuncia “bon” pero no hay que confundirlo con Bonn, en Alemania. Lo digo porque cuando le decíamos a la gente que habíamos ido a “Bon” todos nos miraban con ojos desorbitados porque pensaban que nos habíamos hecho una excursión de 1000 km para pasar el día en Alemania. Nein. Por cierto, el tren de ida y vuelta entre Beaune y Dijon cuesta algo menos de 16 €.

Beaune es otro pueblito cerca de Dijon que se centra en el turismo enológico. Este es un buen lugar para visitar una bodega y probar vinos de Borgoña a buen precio si se tiene antojo. Nosotras fuimos a una, Patriarche Père et Fils, que no puedo decir que fuera la mejor opción pero que al fin y al cabo no salió tan mal. Lo cierto es que la elegimos porque éramos un grupo de personas con ganas de beber vino, a poder ser probando varios tipos, y en el que bastantes de ellas no sabían francés, cosa que limitaba las posibilidades.

  • Los puntos a favor eran que la bodega por dentro estaba bien, era bonita (por dentro, no por fuera) y que por 16 € probabas 13 tipos de vino, 3 blancos y 10 tintos (además te daban un chupito de licor de casis al final). Y que salías mucho más alegre de lo que habías entrado, por descontado.
  • Los puntos en contra: por un lado las dos pantallas al principio de la visita que te hacían la introducción, eso sí, en varios idiomas a elegir, pero a velocidad de vértigo. La voz en off hablaba tan rápido que nos dio un ataque de risa -no bocalizaba- porque era como si fuera a cámara rápida. Y por otro, que el personal no brillaba por su simpatía. La verdad es que hay varias opciones para ver bodegas en Beaune si se quiere una visita más elaborada, incluida una visita con cata sensorial que parecía muy interesante.

artilugio vinoComo curiosidad, comentar que con la entrada regalaban un extraño artilugio de metal para catar los vinos. Al parecer, es una reproducción de los que se usaban para catar vino antiguamente en Borgoña.

En Beaune se puede visitar, dentro de los Hospices de Beaune, el Hôtel-Dieu. maese bertrandEs un edificio precioso y la visita se realiza con audioguía, que aporta un montón de información. Durante la visita se pasa por diferentes estancias, como la sala de los pobres, la sala de San Nicolás, la cocina o la farmacia. Es especialmente interesante, desde el punto de vista gastronómico, la cocina. La comida que se servía en el hospicio se realizaba segun los tratados nutricionales de la época. Allí explican  cómo se creía que existían diferentes tipos de alimentos: los alimentos calientes, los fríos y los húmedos. hotel dieuY al parecer, los alimentos fríos y húmedos no eran muy buenos para la salud. También se puede ver a un simpático autómata llamado Maese Bertrand, que mediante un sistema de cremallera sube y baja las ollas.

Con el dinero que se recauda del turismo por el Hotel Dieu y con una subasta anual de los vinos de los Hospicios de Beaune se mantienen todas las infraestructuras de la obra.

En Dijon por su parte hay muchísimos edificios que visitar (después de París es uno de los centros más importantes de Francia) como por ejemplo las iglesias de Notre Dame o Saint Bénigne. Notre Dame es muy especial, con dos filas de columnas en la fachada, la típica lechuza en un lateral en el exterior y un demonio en la puerta que protege del mal. notre dameLa estética de la ciudad es muy bonita, al igual que en Beaune, por lo que solo el pasear por allí y admirar los edificios ya merece la pena. De toda formas, entre iglesia e iglesia hay que comer algo. Y el sitio es el O´Bareuzai. Esta va a ser una recomendación algo ambigua: el lugar está bien situado y la comida se puede decir que está bastante rica. Por otro lado (esto pongamos que no es ni un pro ni un contra sino sólo un “WTF”), su baño de mujeres es fascinante: tiene un gran espejo en el que contemplarse una misma sentada en todo su esplendor mientras visita el aseo –oh la lá, le glamour– con un fondo de 24 rollos de papel higiénico colgando de la pared. Volviendo al bar-restaurante, en él se junta gente de todas la edades y está bastante lleno. El gran punto negro del lugar es que sus camareros son más rancios que un huevo de cien años. Te hacen esperar un montón de tiempo y el trato no es nada afable. No te dan la carta cuando vas a comer y andan bastante despistados en general. Y no se por qué la cosa no cambia. Basta echar un vistazo a Tripadvisor para ver que esto lleva así tiempo. Como decía, esta es una recomendación ambigua. Si alguien, que a estas alturas ya está avisado de lo que hay, se atreve a ir allí a pesar de todo tengo algo que decirle: que se pida una Tartine Croque-Madame que está de muerte. Es una tosta muy grande de jamón y queso cubierto de crême fraîche con cebolllino y especias, gratinada. Una locura. Además viene con acompañante: se puede elegir o bien ensalada o bien “lo que ellos llaman sopa”. Esta “sopa” es más bien una crema de verduras, cremosa y super-super rica. Supongo que puede variar con los días, la que yo probé era un 10.

Anexo

Para terminar la visita, se puede ir por la noche al Peniche Cancale, un barco en el canal de Dijon que ofrece conciertos, comida y cerveza a precios razonables…

Le bonheur, c’est comme du sucre à la crème, si tu en veux, il faut que tu t’en fasse

La comida de Whatsapp

Estás hablando con tus amigos por whatsapp. Quieres quedar para tomar un pote y comerte una croqueta. Genial. Voy a poner el iconito de las cervezas… tac… y ahora una croqueta… uy, pues no hay croqueta …a ver a ver… esto mismo, que se parece… tac… y pones esa bola marrón con un cuadradito abajo que no sabes lo que es pero que se parece a una croqueta y no hay nada mejor. ¿A cuántos les ha pasado lo mismo? Los iconos de whatsapp se basan en actitudes, alimentos y conceptos asiáticos en su mayor parte (si, en el caso de la comida están la hamburguesa, la pizza y las patatas fritas, que no falten, gracias, ejem, ejem) pero no existen cosas como una croqueta, un chuletón , un pintxo de tortilla o siquiera, una cuña de queso. Y claro, nos apañamos con lo que hay y usamos (mal) los iconos existentes.

Si te gustaría saber qué son esas comidas raras que no sabes identificar, este es tu post.

Todo lo que siempre quiso saber sobre esos iconos de comida raros de Whatsapp y nunca se atrevió a preguntar…

dangosPDangos

Una cosa lleva a otra de la forma más tonta. En este caso, del ganchillo pasé a la comida en un salto. ICONOS WHATSAPPA mí me gusta hacer ganchillo y puedo decir que además soy autodidacta, usando algún libro y videos o instrucciones de internet. La cosa es que había decidido aprender a hacer amigurumis, así que empecé con lo más sencillo que pude encontrar: un dango de ganchillo. Estas bolitas con ojos me parecieron una monada, pero lo que no se me había pasado por la cabeza es que fueran… comida. El dango es una brocheta de bolitas de harina de arroz (mochis). Y si lo miráis bien… sí, es uno de esos iconos de comida misteriosos de whatsapp (concretamente un hanami dango). La otra brocheta que aparece, después de buscar y buscar y buscar y buscar y buscar, me lleva a dos opciones. La primera, que es también un dango, pero de otro tipo que no he podido identificar (aun). La segunda, que representa una brocheta de carne/pescado/etc de las tantas que se consume en China o Japón.

onigirisPOnigiri

onigiriEstas bolas de arroz (que hasta ahora habían sido croquetas) son onigiris. Los onigiris o omusubis son precisamente eso, bolas de arroz mezclado con otros ingredientes. Son triangulares u ovalados, de diferentes colores y se envuelven, a veces, con una tira de alga nori. Se rellenan de diferentes alimentos salados o ácidos, como ume (ciruela china), salmón, katsuobushi (escamas de atún seco, con el calor se mueven, casi “bailan” impresiona bastante la primera vez que lo ves), tarako (huevas de pescado, normalmente abadejo) o kombu (alga muy salada). Es un alimento muy típico para llevar en Japón. Ojo. No es sushi, a pesar del parecido. Antiguamente era llamado “tonjiki” y ya en el siglo XI hay escritos que hablan de personas consumiendo bolas de arroz. En realidad es un buen método para comer, transportar y conservar arroz, por lo que no es extraño que surgiera ya antaño como alimento base.

bentoPBento

BENTO Esta bandeja de comida se llama bento. Bento es una comida que se toma fuera de casa en una caja. El bento es clásicamente una bandeja de madera lacada con comida variada para llevar en su interior: arroz y/o sushi, carne/pescado/marisco/huevos, verduras y fruta. De ser una comida muy sencilla a base de arroz pasó cada vez a ser más sofisticada y hoy día el concepto de Bento conlleva todo tipo de alimentos y hay diferentes tipos (nombres) según el contenido. En realidad, diréis, “un recipiente donde meter comida elaborada en casa para poder llevarla al trabajo, colegio, etc” no es ni más ni menos que una tartera o tupper. Exactamente o al menos a eso ha evolucionado o más bien, los dos conceptos han confluído. La diferencia es que en Japón las cajas Bento existen desde hace siglos, desde al menos el periodo Kamadura (1185-1333) donde se usaba para transportar el hoshi-ii (arroz cocinado y secado). Luego, en el periodo Azuchi-Momoyama (1568-1600) se empezaron a producir las cajas de madera lacada que representan típicamente el Bento, y se usaban para comer en el hanami (florecimiento de los cerezos) o en la fiesta del té, es decir, en ocasiones especiales. Más tarde, en el periodo Edo (1603-1867) fue cuando se extendió su uso y se volvió algo más sofisticado, creándose bentos para viajeros, más sencillos, como el koshibento (con varios onigiris envueltos en hojas de bambú) o el makuno-uchi bento (bento de entreactos, para ver entre los actos del Noh o el Kabuki, dos tipos de teatros clásicos japoneses). Pero fue a partir de la llegada del ferrocarril durante el periodo Meiji (1868-1912), cuando su uso se hizo popular y se creó el ekibento (bento de la estación de tren, porque el primero creen que se vendió en una estación de tren) y luego ya lo empezaron a usar alumnos, profesores y trabajadores.

Si se mira un poco en la red, hay toda una cultura impresionante alrededor del Bento (ya llegará aquí y si no al tiempo) desde hace años, en la que no se trata simplemente de tener un tupper guapo. Cada uno tiene sus diferentes propiedades, características y/o accesorios. Los hay con dibujitos y muñequitos (más infantiles), los hay sofisticados y elegantes (más tradicionales, de madera o plástico pero sobrias y con decoraciones clásicas japonesas), de plástico microondables, herméticos y fashion, o con formas de animales, frutas o matryoshkas. Incluso los hay eléctricos para calentar la comida. Y, por supuesto, los accesorios para comprar aparte (cubiertos, palillos, bolsas de tela o bolsas rígidas) también están disponibles. WOW.

narutoP2Kamaboko (narutomaki)

Narutomaki No es un dulce, está hecho de pescado y se llama kamaboko (y este concretamente, con la espiral rosa en medio, se llama narutomaki).remolino naruto Aquí, el surimi se limita a imitar pescados caros, como las angulas, las cigalas o el chatka de cangrejo, pero en Japón es un mundo (de hecho, la comida en Japón es un mundo, las grandes compañías que buscan ideas nuevas van a Japón a buscar inspiración, porque allí la innovación alimentaria es increíble). Los kamabokos son como nuestros palitos de pescado pero en grandes, y normalmente con forma de un medio-cilindro: se suelen cortar rodajas que se consumen frías y con salsas o en sopas y tallarines. El narutomaki es una variación, que representa los remolinos de Naruto, que se forman en el canal entre las ciudades de Tokushima y Naruto. Curiosa historia, ¿no?

ramenPRamen

ramen Esta sopa de fideos es ramen. top ramenCasi seguro que todos hemos visto (y comido) más de una vez esos paquetes con fideos, un sobre de polvo concentrado de sabor X y, a veces, un sobre de aceite con sabor X. Es una versión barata y rápida de ramen, que no es más que sopa de fideos. La versión más elaborada y casera lleva caldo casero de carne o pescado, diferentes salsas, fideos, carne o pescado, verduras huevos, etc (e incluso, huevo de los 100 años). La de la foto, sin duda, es la de bolsa.

odenPOden o chanko nabe

oden Este guiso podría ser oden o chanko nabe. En el icono de whatsapp aparece una cazuela parecida a la de esta foto de oden, con calor saliendo de ella, por lo que parece un guiso. He visto fotos de chanko nabe en la misma cazuela, por lo que podrían ser ambas. El oden es un plato de invierno, un estofado tradicional cuyos  ingredientes varían según la región: verduras (konjac y rábano blanco), huevos, pescado, caldo de salsa de soja, mostaza japonesa, miso o tofu. El chanko nabe por su parte es la comida de… ¡los luchadores de sumo! Así que uno ya se puede imaginar el contenido calórico del plato, porque la finalidad del guiso es ganar peso. Se trata de un plato super-proteico a base de un caldo de pollo o katsuobushi y carne de pollo, pescado, verduras y/o huevos (normalmente se elabora con todo lo que hay por la cocina). en las competiciones de sumo sólo se hace de pollo, porque un rikishi (luchador de sumo profesional) siempre se debe mantener en dos piernas como un pollo, no en cuatro.

nigiriPNigiris

nigiri Los nigiris creo que se ven bastante bien en los iconos, pero por si alguien no sabe aun lo que son o no los reconocía en el icono, lo he metido aquí. El nigiri es el representante más simple y sencillo del sushi. Típicamente consta de una bola de arroz glutinoso mezclada con vinagre de arroz y amasada dándole forma como de croqueta, encima de la cual de pone una porción de pescado crudo o sashimi, sin alga nori. Aunque también los hay con pescado cocinado (tataki) o incluso con foie, como ya comentaba en el post de La Madame). En la foto se ven nigiris de salmón aunque es muy típico el de atún rojo, delicioso y en peligro de extinción…

La foto de los remolinos de Naruto es de dominio público

La foto de Oden es de Bohnenhase bajo licencia CC BY-NC-SA 3.0

Las foto del Bento y del Onigiri son de Wikipedia Commons bajo licencia CC BY 2.0

La foto del Ramen es de kamknows bako licencia CC BY-NC-SA 2.0

Las foto del Dango, del Nigiri y del Kamaboko (narutomaki) son de wikipedia commons bajo licencia CC BY-SA 3.0

La faceta menos conocida de Paul

File:Paul Newman 1954.JPGY digo menos conocida al menos para mí. Dos de mis aficiones favoritas, cine y gastronomía, confluyen en este post de manera casual. Hace un tiempo colgaba un tweet hablando de algunas comidas que nos habían traído de Idaho y, para ilustrarlo, ponía la foto de unos peanut butter cups de la marca Newman´s Own. Y hoy, haciendo un curso llamado Science & Cooking, descubro el restaurante the Dressing Room. ¿Y qué tienen en común estas dos historias? Pues que el dueño de ambos, es decir, la marca Newman´s Own y el restaurante the Dressing Room, es (o era) el guapo y desaparecido Paul Newman. Parece que, además de un entusiasta de los coches y las carreras de coches, la comida también atrajo su atención, cosa poco conocida y que se menciona sólo de pasada en, por ejemplo, la Wikipedia.

La marca Newman´s Own tiene una sección de alimentación con diferentes productos 1381311883975(desde su aliños para ensaladas, que fue con los que empezó toda la historia, hasta pizzas, comidas preparadas, salsas, palomitas, cereales o bebidas), una de comida ecológica (organic food, como se le llama en inglés, con chocolates, snacks, comida para perros, vinagre, café, té, regaliz, diferentes tipos de galletas o caramelos) y además vinos. Algo interesante en esta ya de por sí curiosa historia es que los beneficios de estos productos se destinan a caridad. Merece la pena echar un vistazo a los enlaces para conocer la marca.

Por otro lado, el restaurante Dressing Room emplea comida local, artesanal y ecológica para sus menús. Como curiosidad, comentar que Bill Yosses, el encargado de las masas y postres de la Casa Blanca (si, efectivamente, un encargado de los postres y las masas, tal cual) que junto con la Primera Dama, el secretario social de la Casa Blanca y el jefe de personal , trabajan con el Chef ejecutivo de la Casa Blanca para preparar todos los menús oficiales o no oficiales de la Casa Blanca, trabajó en este restaurante antes de ocupar su actual puesto.

Como en este post hay tanto jugo para exprimir puede que ahonde en el tema más adelante. De momento dejo este como una pequeña introducción 🙂

La foto de Paul Newman es de dominio público

Come Lola come: Berlín (VII)

Pan y agua

Oranienburg, Sachsenhausen

sachsenhausen

El sexto (y último) día lo íbamos a dedicar, al menos en su mayoría, a una cosa: ir al campo de concentración de Sachsenhausen. Si ver la exposición de Topographie des Terrors el día anterior nos había puesto los pelos de punta esto fue mucho más intenso, pero merece la pena visitarlo. ¡IMPORTANTE! No hay ningún lugar para comer allí y la visita es larga, por lo que se recomienda llevar comida (tipo bocata para comer sobre la marcha).

arbeitEn Vive Berlín (cooperativa formada por diferentes personas especializadas en historia, política, arquitectura, etc) el tour lo ofertan gratis (salvo 1 € que paga todo el mundo que entra para la fundación que mantiene y cuida el campo), aunque en realidad es como un free tour y al final te comentan que les puedes dar lo que te parezca conveniente. Lo cierto es que lleva 6 horas y lo hacen realmente bien, explicando todo perfectamente y de manera amena. Nuestra guía, Carmen, desde luego fue estupenda.

Se llega en metro con los guías y normalmente hay autobuses que te acercan desde la parada, aunque ese día no había servicio de autobuses por lo que nos tocó ir dando un paseo. sachsenhausen_mapaMientras vas llegando, ya te comentan que la conformación del campo es especial, puesto que tenía una estructura que permitía a los vigilantes de la torre A (zona del semicírculo) vigilar desde allí todo el campo perfectamente. Cuando se llega a la zona de acceso, diferentes paneles informativos explican esa conformación, y,baños una vez la ves dibujada, comprendes lo difícil que era intentar escapar de ese lugar. En los alrededores pasas por una serie de edificios que pertenecian a los guardias. Allí era donde vivían y, curiosamente, entre los edificios había un casino para poder olvidar TODO lo que habían hecho durante el día… Ya explican que, si algo tenían bien estudiado y medido los altos mandos, era la manera de no sentirse culpables y de hacer sentir al ejecutor de sus órdenes la menor culpabilidad posible: ellos lo ordenaban pero no lo hacían y al que lo hacía se lo habían ordenado y no tenía más remedio. Y, si se sentían mal, les quedaba el casino para olvidar…

A lo largo de la visita se van viendo la Torre A (puerta de entrada al campo), la Appellplatz (patio de revista), el barracón 38 (uno de los dos que quedan en pie), la prisión de la Gestapo (la prisión donde iban los prisioneros especiales), el museo de la cocina (con instrumentos, fotografías y ropa), la estación Z (unidad de exterminio del campo), la morgue y la sala de autopsias. pijama 2Además, van explicando toda la historia del lugar mientras caminas por los diferentes lugares o miras mobiliario, ropa y diferentes objetos. Por supuesto, muchas de las historias son escalofriantes pero no son esas las que voy a contar aquí. En el museo de la cocina, por ejemplo, están los “pijamas de rayas” y se pueden ver los triángulos de diferentes colores que se cosían a él sirviéndoles como modelo de identificación (demencial). En líneas muy generales eran: rojo (prisioneros políticos), amarillo (judios), verde (criminales comunes), morado (testigos Jehová), negro (grupos “asociales”, como los llamaban ellos, desde sin techos o inadaptados a mujeres homosexuales o anarquistas), rosa (hombres homosexuales), marrón (gitanos, pero esto ya al final) y azul (emigrantes). Por otro lado, la alimentación de los prisioneros era prácticamente inexistente: después de trabajar duramente todo el día (para grandes empresas y multinacionales de la zona, que obtenían trabajadores gratuitos de los campos de concentración y que aun siguen estando por alli cerca), a menudo recibían un par de comidas, normalmente un desayuno que consistía en un pequeño trozo de pan y un poco de agua y una cena a base de sopa. Con suerte, en la sopa caía una legumbre o algun trozo de carne. Al parecer, si estaban ligeramente enfermos se les daba algo más de comida para que se repusieran, a fin de no perder trabajadores. Eso sí, si estabas grave o ya eras mayor no corrías esa suerte.

Por su parte, en el pabellón de la Gestapo (un lugar separado de la zona de pabellones pero no aislada, y lo suficientemente cercana para oir lo que pasaba dentro), cuentan la interesante historia de Martin Niemöller, que estuvo allí apresado. Si bien el nombre no me dijo nada, nos comentaron que era el autor del poema: alambrada“Cuando los nazis fueron a por los comunistas, yo no hice nada porque no era comunista. (…) Y cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie para protestar.” Se atribuye erróneamente a Brecht, pero es suyo. Al principio este cura era amigo de Hitler y le  apoyó, pero más tarde (recapacitó y) se le opuso: “Martin Niemöller was a German pastor and theologian born in Lippstadt, Germany, in 1892. Niemöller was an anti-communist and supported Hitler’s rise to power at first. But when Hitler insisted on the supremacy of the state over religion, Niemöller became disillusioned. He became the leader of a group of German clergymen opposed to Hitler”. Salió con vida de Sachsenhausen.

He encontrado este blog, donde hay mucha información sobre todo el campo.

Entrando en calor

Mitte, cerca de Prenzlauer Berg

volksbühneCuando volvimos a Berlín teníamos el cuerpo y la mente helados. Quedamos en la Plaza de Rosa Luxenburgo (no muy lejos de casa), que tenía un enorme edificio en medio y una rueda con pies en el jardín. tobeornottobeEntramos dentro, cogimos papeles, pero nos fuimos sin saber qué era aquello. Después lo he descubierto: un teatro. [The Volksbühne  was built during 1913 and 1914 and designed by Oskar Kaufmann and sculpted by Franz Metzner.wasersturmThis organization tries to promote social-realist plays at an affordable price for the common worker]. Salimos y nos dirigimos a una cafetería que había allí al lado, To be or not to be. Café caliente, rico, decorado con aquel arte del latte… Mmmm! Ah! El brownie de chocolate tenía una pinta… gagarin 3Se supone que es un lugar de reunión de periodistas, artistas, políticos y actores, por estar entre el cine Babilonia, la editorial de Berlín y la Karl-Liebknecht-Haus (sede de Die-Linke, la izquierda). Salimos de allí y anduvimos un buen rato hacia Prenzlauer Berg hasta que pasamos por la Wassersturm, la “torre del agua”, que estaba en medio de un parque. La rodeamos, y, de repente, nos topamos de morros con el bar Gagarin (cuyos brunchs a 10 € son muy famosos por abundantes y ricos, pero no era la hora). En fin, tomamos cerveza Gagarin, claro, que era suave y rica. Las vistas a la torre, el ambiente retro, los sofás y la ligera iluminación hacían que fuera un sitio muy acogedor.

La última cena

Prenzlauer Berg

metzer eckPara cenar, y como despedida, fuimos a otro restaurante típico alemán, el Metzer Eck. Sólo puedo decir que, aun siendo un restaurante alemán, con inmensas raciones y acostumbrados a gente que come mucho, sorprendimos a las camareras: después de pedir cada uno un plato más una ensalada para todos, pedimos otro más para compartir entre dos y la camarera nos preguntó, entre asustada y divertida, si de verdad queríamos comer más (no sabía con quién se había topado). Pedimos una ensalada de atun, hamburguesa, dos escalopes, dos currywurst y pastel de manzana. Además, cervezas Krusovice checas muy ricas. Ningún plato en el menú pasa de los 10 € y está todo realmente bueno.

Al día siguiente, tras dar un paseo, ver el Tiergarten y pasar por una manifestación cerca del Reichstag, fuimos al aeropuerto para coger el avión de vuelta. Esta vez no nos dieron salchichas pero la cerveza no nos la quitó nadie. Auf Wiedersehen Berlín!

La imagen de la estructura del campo es de Helena Araújo bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0

De cómo prepararse un milhojas en un tris: un kit DIY

Porque si uno se pone a preparar un millhojas tardará un buen rato. Eso teniendo el hojaldre preparado. No digamos ya si hay que preparar la masa de hojaldre… Pero ¿y si la masa no sólo viniera elaborada sino horneada también? ¿Y si lo único que hubiera que preparar fuera la crema del relleno? Pues esto es lo que propone Casa Aramendia. Esta pastelería de Rentería que este mismo año se hacía cargo de seis de las tiendas de la cadena Rich en Donostia, tiene idea de sacar unos Kits Do It Yourself (DIY) para venta online. Y el primer producto que quieren sacar es un milhojas.

Yo tengo la suerte de haberlo probado antes, y aunque mi intención durante toda la semana había sido prepararlo el domingo para un cumpleaños (qué mejor actividad de domingo por otro lado), lo cierto es que al final las circunstancias no fueron las más propicias para ponerse a cocinar, por lo que nos hemos pegado un homenaje de lunes con este rico milhojas.

Calentando motores

caja

Recibí el Kit a principios de semana y me tuve que contener, cosa difícil, así que cada día lo abría para volver a mirar el contenido y la receta. La caja es sencilla y elegante. Y pesa. Esto puede parecer una tontería, pero el hecho de recibir un paquete con “sustancia” hace más ilusión.

envoltorioAl abrirlo todavía no se revela todo su contenido: algo envuelto en papel de cebolla del que asoma una cartulina es lo que se deja ver. Al extraer la cartulina vemos que por un lado lleva escritas las instrucciones para hacer la crema en un formato muy atractivo (podrían hacerlas coleccionables) y por el otro, enumera el contenido de la caja y el de posibles alérgenos. Cuando se retira el papel cebolla, aparecen las láminas de hojaldre envueltas a su vez para que no se sequen demasiado.

contenidoY entonces descubrimos que la caja tiene un doble fondo. ¡Mmmmmm…! Al levantar esta segunda tapa, aparecen los ingredientes para elaborar el milhojas. Los paquetitos con azúcar y almidón llevan  originales etiquetas con el nombre y cantidad del contenido. La mermelada viene en sus tarritos de cristal y la mantequilla en dosis individuales. Incluso viene un tetrabrick con leche entera, cosa que me sorprendió gratamente (aunque ahora que veo que cada vez más gente a mi alrededor es intolerante a la lactosa creo que es mejor no ponerla y que cada uno añada la que más le guste o necesite). Por último, una rama de canela envuelta y una manga pastelera completan el pack. Y mirando todo esto, emocionada, me pasé la semana como un niño con su juguete nuevo…

Con las manos en la masa

Por fin el lunes, tras la larga espera, me puse a preparar el ansiado milhojas. Saqué todo lo que venía en la caja:

  • 2 láminas de hojaldre ya horneado
  • Brick de 1/2 l de leche entera
  • 2 tarritos de mermelada de melocotón
  • 2 mantequillas pequeñas
  • Canela en rama
  • 40 gr de almidón
  • 150 gr de azúcar
  • Manga pastelera

Además, hay que usar dos huevos que no vienen en la caja por razones obvias. Y luego sólo hay que seguir las instrucciones para hacer la crema.

leche y canelaPuse a calentar la leche con la canela y mientras hervía, mezclé el almidón, el azúcar y los huevos en un recipiente aparte. Cuando la leche hirvió, aparté la canela en rama y los trocitos que se habían desprendido y vertí la anterior mezcla encima. Lo tuve unos minutos más hirviendo sin parar de revolver (como al hacer una bechamel para que no se formen grumos). Entonces lo pasé a otro bol para que se enfriara más rápido y lo dejé media horita.

crema, hojaldre, mermelada y esperarA partir de aquí, creatividad al poder. Las instrucciones sólo explican cómo elaborar la crema pastelera por lo que el resto es a gusto del consumidor. Mientras se enfriaba la crema, cogí las dos láminas de hojaldre, la mantequilla y la mermelada ¿Qué hago con vosotras? La mantequilla y la mermelada no se especifica dónde ni cuándo deben usarse. La mermelada sabía dónde meterla porque una celebre tarta de milhojas la lleva entre las capas, pero la mantequilla… podía haberla añadido a la crema pero ya era tarde.

hojaldre mantequilla y mermelada

Al final decidí untar las dos láminas de hojaldre por dentro con la mantequilla (una para cada una, así que tan sólo es un poquito para dar sabor) y la mermelada la puse también por dentro pero unté todo en una sola lámina, la de abajo. Así la de arriba se iba a mantener más crujiente. Cuando la crema se había atemperado, la metí en la manga y corté la puntita. Fuí haciendo montoncitos hasta cubrir la superficie de hojaldre. Por cierto, qué crema. Ñam ñam.

milhojas 1

Como ví que aun quedaba relleno en la manga, fui tapando los huecos. La verdad es que había como para parar un tren, pero no sé si os pasa que lo de ir echando crema con la manga es como adictivo, y para cuando me dí cuenta estaba echando los últimos chorretones encima de los primeros como un alud de nieve cae sobre la nieve de la montaña. Un milhojas “con sustancia”, sí señor. Aunque en la cartulina ponía que había también azúcar glas lo cierto es que no venía en la caja. En fin, como es para decorar así cada uno se lo hace al gusto. Yo tenía azúcar glas en casa, fue lo que usé y al final quedó un milhojas buenísimo.

La experiencia merece la pena. El hacer un milhojas así no resulta engorroso y siempre es más satisfactorio que comprarlo. Además, el resultado es delicioso, la crema queda estupenda sin grandes complicaciones y el punto de la mermelada le da el toque perfecto. Y para plantearlo como regalo, sólo repito lo que comentaba al principio del post: “y mirando todo esto, emocionada, me pasé la semana como un niño con su juguete nuevo…”

Come Lola come: Berlín (IV)

En este tercer día en Berlín llegamos al punto álgido del viaje: el auténtico “cebatín”, una bacanal, la gran comilona. Claro, con tanto comer “sólo” vimos dos barrios, Kreutzberg y Treptow, pero descubrimos más de un tesoro (y no sólo gastronómico). Empezamos el día, como no, con un buen desayuno con dulces y salados y mucho café.

Mercado turco, Cosmonautas y Burguermeister

Kreutzberg

sofiaPara recorrer el barrio de Kreutzberg, seguimos la guía de Lonely Planet: Berlín itinerarios que nos habían prestado y que en más de una ocasión nos vino muy bien para visitar lugares menos turísticos. Al ser martes, fuimos temprano al mercado turco de Maybachufer, que está todos los martes y viernes hasta las 6:30 de la tarde. cosmonautaLa verdad es que igual madrugamos demasiado, porque llegamos y lo estaban montando y cuando nos fuimos aun no habían abierto todos los puestos. Pero en fin, merece la pena ir a comprar especias (hay montones de tipos diferentes de curry por ejemplo) a buen precio y degustar dulces y platos turcos. Además hay frutas y verduras y telas de muchos colores. Después de hacernos con un buen alijo de especias (que hicieron que los bolsos olieran a comida todo el día) fuimos hacia el norte y empezamos a recorrer el barrio: pasamos por la pintura de El Cosmonauta y seguimos andando hasta que decidimos que necesitábamos parar a por gasolina. burguermeisterFuimos a uno de los bares que la guía comentaba, el Sofia “un café-bar muy acogedor, más bien hippie o kitsch, segun cómo se mire”. Ciertamente era un poco de todo eso, y, como no servían cervezas a esa hora (media mañana), pedimos más café y unos croissants. Seguimos andando y pasamos por varios sitios para comer que había visto en internet (Miss Saigon, Hühnerhaus,…) y como también había montones de pastelerías no lo aguantamos más burguermeister_cartay compramos varias cosas para almorzar, merendar o lo que fuera: un nussknacker (literalmente “cascanueces”, galleta redonda con toffee por encima, avellanas enteras encima y bañado parcialmente en chocolate), un pastel de almendra tipo polvorón con forma de C y bañado en chocolate, un trozo de bizcocho relleno de trufa y bañado en chocolate también y un bollo (sin chocolate). Impresionantes. Estos pasteles fueron cayendo a lo largo del día, en los muy escasos momentos en los que no estuvimos comiendo otra cosa. Acabábamos de salir con nuestros bollos y nos encontramos de morros con el Burguermeister, que había oído que daba unas hamburguesas estupendas. No era hora de comer, pero decidimos que como almuerzo era aceptable (qué bien nos autoconvencemos) y allí fuimos. No te puedes sentar, pero al menos estás caliente porque está cubierto. Pedimos “cheeseburguer” y “bar-b-q-burguer”, unas con queso y otras con bacon y salsa barbacoa (porque eran “ligeritas”). Después del almuerzo seguimos andando, mucho más felices.

Tesoros inmensos (unos ocultos y otros no tanto)

Zonas Treptow y Tempelhof

los gemelos

Para bajar el almuerzo, seguimos andando en dirección a Treptower Park, donde al parecer había un monumento soviético apenas anunciado.

De camino, vimos la pintura de Los Gemelos y nos topamos con un río completamente congelado (intentamos tirar piedras y romper la superficie, cosa que sólo se lograba tirando con MUCHA fuerza…vaya frío). piramide partidaAsí, llegamos al parque y nos desviamos hacia el monumento dedicado al Ejército Rojo. Llegamos a un arco y lo traspasamos. Sé que las construcciones soviéticas no son conocidas precisamente por ser pequeñas, pero lo que nos íbamos a encontrar superó con creces todo lo que pudiera esperarme. soldado1Al pasar el primer arco se veía una estatua de una mujer llorando a sus hijos caídos en la lucha, bastante grande, al fondo de un paseo. Yo, ilusa, pensé que eso sería todo el monumento (un arco, una estatua… bien) pero al llegar a la estatua giramos la cabeza hacia nuestra izquierda y se nos abrieron las bocas hasta tocar casi el esternón. Era i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e. Una especie de pirámide roja inmensa, partida en dos, con dos soldados arrodillados delante de cada uno franqueaban el paseo que se iniciaba y subía desde aquella plaza.

Pero eso no era todo. sarcofagosovietAl fondo se veía otra estatua, cuyo tamaño sólo se hacía evidente al llegar al centro de la pirámide partida. Entonces otro jardín abajo, rodeado de sarcófagos blancos (que al parecer guardaban los cadáveres de 7000 soldados), conducía a la descomunal estatua construída sobre una colina que representaba a un soldado soviético pisando varias cruces gamadas y que sostenía a un niño en un brazo y una espada en el otro. Realmente sobrecogedor. ¡Y apenas hablaban de él en las guías! monumentsovietY por otro lado le daban tanto bombo al decepcinante Check Point Charlie…no entendía nada. Al avanzar por entre los sarcófagos blancos, vimos como a los lados se representaban escenas de la guerra, y en las caras que daban al frente había citas de Stalin. Anduvimos por la zona un rato, y la verdad es que el sitio merece una visita porque, además de lo impresionante del monumento en sí, el lugar es bien bonito. WOW.

Salimos de allí pensando que habíamos encontrado un tesoro muy bien escondido. Y desde aquí comenzamos la tarde de los “monumentos descomunales”. Desde allí cogimos un tren y nos acercamos al aeropuerto de Tempelhof.  Ya desde el tren se veía que era grande, pero al bajar y entrar comprobamos cómo este aeropuerto tempelhofconstruído por Hitler se había reconvertido en un parque donde la gente hacía “snow” con parapentes pequeños y volaba cometas (y por poder, podría haber volado naves espaciales porque era gigantesco). Coincidió que estabamos muy cerca de Mustafas Gemuse, “el mejor kebab callejero de Berlín” (recomiendo ver la página que, aunque está en alemán, no tiene desperdicio 😉 ) y, aunque era media tarde, de nuevo creímos que merendar un buen kebab era más que razonable. Y aquí encontramos nuestro tesoro gastronómico. tempelhof2En el puesto había una cola bastante grande, pero pensamos que pasaría rápido. La verdad fue que esperamos casi 1 hora a que nos pusieran dos durum del tamaño de dos bazocas que comimos en el bar de al lado (VOGT´S) donde, amablemente, nos dejaron degustar los deliciosísimos tubos de carne con cebolla, champiñones, queso, pimientos, calabacín, tomate, lechuga, picante… Más tarde descubrimos que “gemuse” significa verdura y entonces entendimos todo. Lo que pedimos era “All-In” (sugerente nombre de guarrindongada). WOW. Lamento decir que de estas delicias no hay foto, pero la gula pudo más que el afán divulgativo. También comentar que al lado de Mustafa Gemuse se encuentra Curry 36, donde también había una buena cola y que debe ser uno de los mejores lugares para comer currywurst.

Y ya de noche… “sopita” para descansar un poco

Brunnenstrasse, zona límite Mitte y Prenzlauer Berg

Una buena maratón, con lo cual al anochecer estábamos cansados y pensamos en cenar algo cerca de casa. Dimos muchas vueltas, y al final justo debajo de casa había un sitio pequeñito al que no habíamos prestado atención (¡error!) antes: Joris. Era un local pequeñito y muy acogedor, con materiales de madera y otros reciclados mezclados con colores claros, se estaba muy agusto (y encima estábamso solos). Había un mostrador con verduras e ingredientes para echar en las patatas asadas (la especialidad al parecer) y las ensaladas. Como hacía frío preferíamos tomar algo calentito y desgraciadamente patatas no había, así que elegimos sopa (¡acierto!). Había dos tipos de sopa: gulash y sopa de remolacha.

El gulash estaba muy rico, es mas un guiso que una sopa, con trocitos pequeños de carne en una salsa de verduras especiadas. Y la sopa de remolacha, que tenía patata, cebolla y remolacha (creo) con un chorrete de nata en medio, era una cosa exquisita. Y enorme. Las sirvieron en unos tarros de cristal, así que nuestra cena ligera fue el broche de la perfecta bacanal. A partir de aquí, empachados.

NOTA

En este post hay una falta notable de fotos de comida y alimentos, y eso significa una cosa: todo lo que comimos aquel día estaba tan sumamente bueno, que se me olvidó por completo sacar fotos. Mejor recomendación no puedo hacer 😉 En el caso de la especias, es porque tengo una obsesión loca por adquirirlas, con lo cual me pasé media hora eligiendo y para cuando acabé había muchas caras hostiles mirándome… así que no hubo tiempo de fotografiar el puesto. Para compensar, estas son:

especiasturcas

Madras curry, especias para espaguetti y tandoori

Qué ricos cacahuetes

En realidad esto son dos ideas más para aprovechar cosas que hay por la nevera, los armarios, la despensa, la cesta de verduras,… pero ambas tienen algo en común: los cacahuetes. Recientemente he descubierto que la cocina tailandesa (y la coreana) los usan mucho y la verdad es que el resultado es delicioso. También es verdad que a mí me chiflan 😉

Curiosamente, hay un dicho mejicano que dice:

¡Me importa un cacahuate!

Es el equivalente del “me importa un comino” de aquí. Se dice porque son cosas que no valían mucho dinero en su momento, pero no significa que su valor gastronómico sea bajo. Aunque es un alimento rico en grasa, la mitad de esta es monoinsaturada, sobretodo en forma de ácido oléico como el aceite de oliva. Cierto es que la mejor forma de comerlo es comprándolo crudo y tostándolo en el horno, puesto que muchas veces las preparaciones comerciales los fríen en abundante aceite y los salan en exceso. Y las mantecas de cacahuete industriales también incluyen un proceso de hidrogenación para hacerla sólida a temperatura ambiente, así que tampoco son muy saludables. Pero tomar cacahuete de vez en cuando, como digo, tostados en casa sin freir, nos aportarán muchas proteínas, grasa bastante saludable e incluso antioxidantes (y mucho mejor si son con piel). Eso sí, todo en exceso resulta al final malo, así que tampoco es cuestión de empapuzarse a cacahuetes.

Pasta Thai a lo loco (y al trote)

En realidad para preparar este plato tailandés, el “Pad Kee Mao” o “Drunken Thai” (se llama así porque son tallarines que se preparan muy rápido una vez que tienes cortada la verdura y cocida la pasta, y lo suelen tomar los borrachos de fiesta) idealmente harían falta ingredientes como: Nam Pla (salsa de pescado fermentado), mirin (vino blanco de arroz, dulce), vinagre de arroz, tallarines de arroz, albahaca y cilantro y sambal (pasta de guindillas picantes). Pero lo bueno es que con un par de cosillas puede quedar muy rico y el resultado es más que aceptable.

Fundamentales serán los cacahuetes, la lima, los ajetes frescos, salsa de soja, vino blanco y azúcar y huevo para al menos acercarnos. En este caso en vez de tallarines de arroz tenia por casa tallarines de trigo chinos, que quedan muy parecidos y la ventaja de ambos tipos de pasta es que se hacen super rápido, necesitan una cocción mínima y se terminan de hacer en la sartén. Con unos tallarines normales obtendremos algo parecido pero no igual, ya que la textura cambia bastante, pero se puede “apañar”, puesto que la idea de esta receta es hacer algo diferente y exótico con cosas que tenemos por casa.PASTA THAI

Para este plato además he usado, porque es lo que había por ahí, tiras de bacon y cebolletas, la guindilla cayena es opcional. Una buena salsa es fundamental, y en este caso yo había preparado una unos días antes con lo que tenía en la nevera. En realidad pretendía haber hecho tare (para ramen) pero la cosa quedó en salsa inventada X: las proporciones eran 1 de vino blanco, 1 de azúcar y 2 de salsa de soja (aunque yo usé algo menos, 1.5). La medida a usar varía según la cantidad que se quiera preparar. Esta mezcla se revuelve bien para disolver el azúcar y se pone en un cazo a hervir. Cuando lo haga, se deja unos minutos para que espese y se separa del fuego.

Y el resto es simple. Primero se cuece la pasta unos 3 minutos (aunque dependerá de la que se use) y hay que dejarla “al dente”, reservándola en agua fría para parar la cocción y que no se apelmacen los tallarines. Luego sólo hay que dorar un poco la cebolleta en tiras con unos trocitos de ajetes frescos y añadir las tiras de bacon hasta que esté todo tostado (si se quiere, ahora se echa la cayena). Entonces se añade la pasta a la sartén y se le echa un buen chorro de la salsa que habíamos preparado. Se apartan los tallarines y se echa el huevo entero en ese hueco de la sartén, removiéndolo e incorporándolo a la pasta como huevo revuelto. Finalmente, se saca la mezcla de la sartén al plato y se ponen unas rodajas de ajetes fescos para decorar y cacahuetes machacados. También le añadí lima exprimida por encima y un poco más de salsa para decorar.

Con estos ingredientes, mejor si es con cayena para darle el toque picante tan típico de la cocina tailandesa, ya obtenemos un plato con mucho sabor y diferente. La lima y los ajetes aportan sabores más frescos y ácidos, la salsa con azúcar y salsa de soja le da el toque umami, salado y dulce y los cacahetes tostados tienen un punto amargo, por lo que, como suele pasar tan a menudo con la cocina asiática, nos encontramos los 5 sabores en un mismo plato.

Coliflor con bechamel gratinada

COLIFLOREsta receta es mucho más clásica, pero le he añadido cacahuetes para darle otro toque. También es muy fácil: se cortan los ramitos de la coliflor  pequeña o media grande y se dejan 8 minutos a cocer en olla a presión (si no, 15-20 minutos en olla normal). Por otro lado o se prepara una salsa de tomate natural o se usa una comercial, que se vierte en el fondo de una fuente de horno hasta cubrir con una capa de 1 cm. Cuando se termina de cocer la coliflor, se escurre y se echan los ramitos encima de la salsa de tomate. Después se añade la bechamel por encima hasta cubrir, se espolvorea con queso rallado y cacahuetes machacados y se gratina en el horno.

La salsa bechamel de mi bisabuela

Esta salsa bechamel es una salsa que no convence a todo el mundo, porque se hace en cazuela y la harina no se tuesta, por lo que sí, sabe un poco a harina cruda, pero compensa con otras cosas. Sólo hay que tomar una taza mediana y echar dos tazas enteras al cazo. Luego, se disuelven 4 cucharaditas de harina y una de maizena en media taza de leche (lo mejor es echar primero la harina y maizena e ir añadiendo la leche para que no se formen grumos). Se añade esta mezcla al cazo con leche y se empieza a revolver. No hay que parar de revolver hasta que espese, y entonces hay que seguir otros 5 minutos más. Entonces se aparta del fuego y aquí se añade la magia. Se añade sal, un buen trozo de mantequilla, queso en polvo y, si se quiere, un tranchete. Entonces se vuelve a poner al fuego hasta disolver todo esto, que da tanto sabor a la salsa que la harina queda mitigada, y la ventaja frente a otras es que es tremendamente cremosa.

Featured image ruurmo bajo licencia Creative Commons 2.0 genérica (cc BY-SA 2.0)

Come Lola come: Berlín (III)

Museo del currywurst y catedrales de chocolate

Mitte, zona puerta Brandenburgo

brandenburgSegundo día en Berlín! Era lunes, así que decidimos hacernos un freetour, ya que nacieron en Berlín y nos los habían recomendado en varias ocasiones. Y además porque para ponerse en situación y saber dónde está todo es lo mejor. Partimos de la plaza de París donde nos apelotonamos para entrar, al igual que otras 100 personas, en un maldito Starbucks (la necesidad de cafeína nos hace ser débiles) y al final entramos en el de al lado que era lo mismo pero con otro nombre y con conejitospasteles más ricos (aparentemente). Nota mental: semana santa en Alemania = conejitos forever (& everywhere). Nuestro guía no nos disgustó pero tampoco nos encantó (le faltaba un poco de gracia) aunque realmente sirvió para su propósito y nos hicimos una composición de lugar. Fuimos a los lugares emblemáticos y típicos de la ciudad (Puerta de Brandenburgo, monumento al holocaustro, Checkpoint Charlie, el muro, etc) mientras nos explicaba todo y nos contaba algunos truquillos. chocotedralPor cierto, pasamos por Fassbender & Rauch (la página está en alemán pero no hace falta entender nada, con ver basta) la tienda de chocolate más famosa de Berlín, donde barcos y catedrales de chocolate se exhibían en el escaparate y donde no compramos nada, cosa que ahora lamento.

La comida fue, por la falta de tiempo y el lugar donde nos soltaron, donde se pudo. Y en concreto en el museo del currywurst. cuuryatthewallTe dan un ratito para comer para seguir con el tour, con lo cual fue un poco estresante. Lo que comimos es evidente, pero comentar que pedimos las salchichas con hierbas para cambiar. Y una ensalada de patata que sabía como los pintxos de ensalada de puerros (con puerros, jamón de york y mayonesa) que son dulzones y ricos. Seguimos con el tour,  viendo la Universidad Humboldt (por donde han pasado Marx, Hegel o Einstein), el monumento a la quema de libros (difícil de ver a través del cristal lleno de barro y pies), la ópera y la catedral de Berlín, donde terminamos. Una vez allí, decidimos ir a ver el museo de Pérgamo

¿El paraíso de los Mario Bros.?

Mitte, isla de los museos

…museo que es digno de ver por las maravillas que contiene y por ende, un ejemplo más de expolio masivo (a la par que el British Museum, otra maravilla) y leonpergamoque me produce sentimientos encontrados. Las puertas de Ishtar, las “puertas pequeñas” de Babilonia, (donde estuvieron los jardines colgantes), la fachada del mercado de Mileto (donde hace 2600 años Tales, el del teorema, puede que hiciera sus compras), el altar de Pérgamo…¿cómo se llevaron todo eso por favor? y ¡qué pasada! por otro lado. Con las audioguías gratuitas uno se puede pasar horas escuchando las explicaciones (y no explican todo lo que hay porque si no, no serían horas, serían semanas). Sabiendo que nos esperaba una larga lección de historia, nos comimos unos perritos y unos crepes de nutella impresionantes (IMPRESIONANTES) tuberia1en un puestillo fuera del museo para…¿merendar?. Por ejemplo. Y al salir, unas cervezas en un irlandés bajo las vías. Hablando de cerveza, aquel día vimos por varios sitios de la ciudad grandes tuberías de colores que surgían de repente en ciertos lugares, atravesando zonas por la superficie y volviendo a sumergirse en el suelo otra vez. La leyenda cuenta que son tuberías que transportan cantidades ingentes de cerveza por la ciudad, lo que me hizo imaginar un Berlín en el que saliera cerveza de los grifos…¡WOW! Pero nada más lejos de la realidad. En Berlín hay mucha agua subterránea y cada cierto tiempo tienen que drenar ese agua, cosa que hacen a través de las tuberías de colores.

Las chicas que hacen “pffffff” y Benny Hill

Mitte

Y como estábamos por el centro, intentamos ir al Deponie nº3,  que también está bajo las vías de tren (de nuevo dando vueltas para acabar en el punto de partida, con un GPS que parecía vacilarnos). Había leído de mano de un buen cocinero que era un gran sitio para comerse una bradwurst con patatas y sauerkraut, típico alemán, bueno y barato. Realmente el sitio tenía buen aspecto, mesas de madera, velitas, super-acogedor, muy de casa y cálido. Buen ambiente, lleno de gente de todas las edades riendo y agusto. Y el problema no era ni por la comida ni por el lugar. Entramos y sin prestarnos mucha atención (pasando en moto), las camareras nos dijeron que no había sitio para cuatro. Nos fuimos, pero tras 5 minutos mirando los alrededores pensamos que no queríamos ir a otro, ese tenía muy buena pinta y podíamos esperar. Entramos de nuevo y fuimos al fondo, donde todas ellas se apelotonaban. Aun estando en medio de 20 camareras, pasaban a nuestro lado y no nos veían así que después de seguir a una un buen rato, le paré. En este punto la cosa estaba tomando tintes absurdos, parecía una de las persecuciones de Benny Hill (ahora imagino la escena a cámara rápida y con esa cancioncilla XD). Le dije que podíamos esperar a que una mesa quedara libre y le pregunté que cuánto creía que tendríamos que esperar. Dijo que “Pfffffffffff”…yo que sé, entre 5 minutos y 1 hora. –  Vale ¿Y en dos mesas de dos? -Pffffffffffff! Sí, podéis. Y se piró (supongo que diciendo Pffffffffff!!!). En fin, entiendo que con mucho trabajo estuvieran agobiadas pero no fueron nada simpáticas, al menos con nosotros. Así que nos fuimos a otro lado.

¿Filete ruso o hamburguesas?

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

Así pues, derrotados por las chicas “pfffff” volvimos a nuestra zona favorita: Rosenthaler. Hoy tocaba buscar otro sitio y los íbamos agotando poco a poco. Nos llamó la atención un lugar, pirulinenun restaurante ruso al que nunca llegamos a ir, el Gorki Park, que queda pendiente para otra vez ya que tenía muy buen aspecto. La comida no era tan barata como en otros sitios, pero los menús del día sí lo son (6,90€!). El caso es que no estábamos para homenajes, más bien hambrientos rabiosos. Y como habíamos pasado por el Rosenburguer varias veces y siempre estaba lleno…Allá fuimos! Servía menús con diferentes hamburguesas, bebida grande y patatas por 7-10€. La verdad es que las hamburguesas estaban muy ricas (pedimos las más normalitas con bacon y queso, pero había muchos tipos diferentes incluídas hamburguesas vegetarianas), el ambiente era agradable y las cervezas (que uno mismo puede coger de una nevera) estaban buenas. Otro día más, otro acierto más 🙂

Come Lola come: Berlín (II)

Primer día en Berlín. Era domingo, y los domingos son día de mercadillo. Nosotros además estábamos a tiro de piedra de Mauerpark, que es uno de los clásicos y que tiene un poco de todo: muebles, ropa de segunda mano, ropa diseñada por gente joven (desde faldas y vestidos hasta bolsos y ropa de bebés), máscaras de gas y gorros rusos e incluso un hombre que, con latas de anchoas y velas hacía unos barquitos (pot-pot boats) que ponía a navegar en una vieja maleta llena de agua (su funcionamiento se explica muy bien en esta página). Curioso.

Bonanza Coffee Heroes y remolinos de amapola

Prenzlauer Berg

bonanzaBueno, lo primero es lo primero y había que desayunar, así que tratamos de encontrar una cafetería de la que nos habían hablado, el Bonanza Coffe Heroes, que estaba muy cerca de allí. Nos perdimos varias veces y, como vino siendo habitual durante esa semana, al final y después de dar mil vueltas resultó que estaba al lado del punto de partida. cafeterasLo primero que nos llamó la atención fue que NO HABÍA NADA DE COMER, sólo máquinas de café de diferentes tipos, una jarra de agua en una esquina y bolsas llenas de…¿café?. Bueno, pedimos cuatro cappuccinos y, en el laaaargoo rato que tardó en preparar esos cafés, curioseamos por la tienda. Las máquinas eran realmente interesantes, antiguas tostadoras o sistemas extraños, y las supuestas bolsas de café eran en realidad las cerezas del café, “cáscara” como le llamaban, que se aprovechaban para hacer unas infusiones clasificadas por los distintos orígenes. Los cafés fueron llegando de uno en uno, muy elegantemente servidos y muy bonitos (más tarde he descubierto que lo dibujos en la espuma no son simplemente chorraditas sino algo mucho más elaborado, el arte del latte o del café con leche, y eso explica que tardara tanto), pero nos dejaron un poco “tristes” sin un bollito que untar en ellos. El lugar es acogedor y el café está muy rico, pero es para otro momento, un café después de comer o a media mañana o tarde, un café tranquilo y sin gula. Así pues, nos fuimos a por un segundo café con bollo a un lugar cercano para llevárnoslo al mercadillo. Por cierto que los cafés ardían, así que hubo quien los metió en la nieve (que en esta ocasión nos vino bastante bien) para enfriarlos. Yo pedí un bollo que parecía de chocolate con glaseado, se llamaba monhstrudel, que se traduciría como “remolino de amapola” (otro clásico es el monhkuchen, pastel de amapola). coffeePodían ser semillas de amapola por el aspecto, pero el sabor no era ese en absoluto. Más bien se parecía al algarrobo aunque viendo que las recetas llevan miel (o incluso chocolate) no es de extrañar. La verdad es que estaba muy bueno y no empalagaba mucho puesto que el bollo era bastante neutro. Nos paseamos por Mauerpark con nuestros cafés calentitos y nuestros bollos deliciosos, y yo, lejos de comprarme ninguna curiosidad me tuve que hacer con: (A) Calcetines, que me había dejado así que aproveché para comprar unos bien abrigados y (B) Medias térmicas, para ponerme debajo de los pantalones porque estaba entrando en hipotermia. OJO. Las prisas no son buenas, compré mis fastuosas medias térmicas y cuatro puestos más allá las vendían a mitad de precio. NO APRESURARSE ANSIOSOS DEL SHOPPING. Total, salí bien equipada para escalar el Everest y bien timada.

Currywurst im Mauerpark

Prenzlauer Berg, mercadillo dominical

currymarxNuestro primer currywurst en Berlín lo tomamos en una terraza dentro del mercadillo, al lado de otro que vendía arenques asados y salchichas a la plancha. No parecía el mejor lugar, pero la verdad es que estaba riquísimo. Además, pedimos una ración enorme de patatas fritas con aspecto de caseras, y todo esto al solete (y por cierto, bajo la atenta mirada de Marx) fue un perfecto hamaiketako (almuerzo “de las 11”). tiendaretroPara no apalancarnos, nos levantamos y nos fuimos a pasear por Prenzlauer Berg, antiguo barrio obrero relativamente poco castigado por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial y que ahora se describe como “la aldea bohemia”. Encontramos tiendas que podríamos llamar “DDR-vintage” (y que eran prácticamente museos) y nos acercamos hasta la iglesia de Sión, que en otra época alojó a un cura disidente que murió en un campo de concentración. kissTambién pasamos por la panadería Hacker, que al parecer conservaba la esencia de la RDA pero que resultó estar cerrada. Y como este barrio estaba muy muerto nos acercamos hasta la East Side Gallery a ver uno de los besos más famosos de la ciudad. A pesar de estar lleno de gente y ser imposible de fotografiar sin nadie delante, Breznev y Honecker siguen morreándose desvergonzadamente. Más tarde, cruzamos el río por el Oberbaumbrücke, antiguo punto fronterizo entre el Este y el Oeste y uno de los puentes más bonitos de Berlín, hacia el barrio turco, Kreuzberg.

Pasta. Acercándonos al “mediterráneo”

Kreuzberg

Al otro lado, en el barrio más mediterráneo de Berlín, acabamos comiendo en un restaurante de la calle Falckensteinstraße en el que ponía en letras enormes PASTA (aunque no sé si realmente se llamaba así). Como su propio nombre indicaba, servía spaghetti, fusilli (espirales) o penne (macarrones) con diferentes salsas. En este pequeño local decorado con sencillez (mención especial merece el baño, una habitación intrigante, y el hecho de que tienen fotos de la comida, otra vez) donde uno está agusto y tranquilo, pedimos spaghetti con verduritas y mozarella, y fusilli con verduras y carne picada. Los platos eran enormes, no era nada caro y la verdad es que estaba todo delicioso. Nada estridente, sólo pasta bien hecha y acompañamientos frescos y ricos. oberbaumbruckeLo que no estaba nada rico era la bebida de moda, Bionade, que en realidad no engaña a nadie: no sabe a nada como su nombre indica, Bio-nada. Cogimos dos sabores para probar, Ingwer-Orange y Holunder, o sea, jenjibre-naranja y “anciano” (sea lo que sea eso), y lo mismo podrían haber sido de agua de borrajas porque no tenían apenas sabor ni sabían a nada identificable. Seguimos andando después de una buena sobremesa (la gente allí come y se va, en el tiempo que estuvimos fueron y vinieron tres tandas de personas), y llegamos a Friedrichstain, el barrio alternativo. Allí pasamos por Rigaerstrasse y sus casas okupas y buscando algo del sol acabamos en el Raw Tempel, un antiguo complejo de naves industriales que aparentemente albergan talleres, galerías, salas de conciertos, un cine al aire libre, una cafetería, una tienda de bebidas…y un bar al lado de una enorme pista de skate, en el que nos metimos para tomar una cerveza y entrar en calor. Estaba lleno de chavalitos y sus madres, que llenaban los asientos con las tablas y chaquetas de sus hijos así que estaba complicado sentarse. Entraban y salían adolescentes y niños, y hubiera sido interesante si dejaran pasar a la pista para echar un vistazo, pero había que pagar. En fin, entramos en calor, que era el objetivo, con unas cervezas (en botellín, no había cañas).

Fam Dang y Thai Ha: el ying y el yang

Zona Rosenthaler Platz, límite de Mitte y Prenzlauer Berg

ayuntarojoUn poco más tarde pasamos por Alexander Platz y el ayuntamiento rojo (que no es rojo en un sentido figurado, ya era de color rojo antes de ser el ayuntamiento del Berlín soviético) y al no ver ningún lugar apetecible para tomarnos otra cerveza nos acercamos a la zona de Rosenthaler que nos quedaba más cerca de casa. Al principio entramos en Fam Dang, un restaurante vietnamita que tiene al menos dos establecimientos en Berlín. Lo cierto es que no llegamos a probar la comida. Era aun pronto para cenar y lo que queríamos era beber algo antes. Vimos que dentro había gente bebiendo cerveza y té, sin comer, así que entramos. La camarera no sabía bien inglés, pero nos hicimos entender de sobra para pedir cervezas. Pedimos dos de medio litro para compartir entre cuatro, cosa que ya habíamos hecho antes porque esas cervezas sólo las venden en formato 50 cl, y una cada uno era una burrada. La chica empezó a hacer gestos y ruidos raros, nos puso mala cara y se fue refunfuñando. Luego vino otra que nos dijo que qué queríamos, le explicamos de nuevo, y nos dijo que ok. “¿Y de comer?” Aun nada, gracias. “Si no coméis no podéis estar aquí, podeis ir al bar de al lado. Adios. Gracias”. Así que no sé cómo sería la comida pero las chicas muy desagradables. Lástima, tenía buena pinta y la página web promete.

Enfadados nos fuimos a un bar cercano donde no había nadie y donde nos pusieron las mismas cervezas para compartir, sin problemas y más baratas. Es más, según la carta era la “Happy Hour” y teníamos Gin Tonic a 3.5 €…Precio diputado… En fin, porque no nos apetecía, que si no…Después buscamos un lugar para cenar. Como teníamos ganas de algo asiático y el Fam Dang nos había dejado con las ganas, encontramos cerca el Thai-Ha, un pequeño local de comida tailandesa para llevar, normalito. Perfecto, así esa noche cenábamos en casa tranquilamente. Bueno, en realidad tienen 3 o 4 mesas en el local, pero es pequeñito y suele llenarse, aunque no apetece mucho quedarse porque el sitio es un poco sucio y no muy bonito, con fotos de los platos (como no). Nos hizo gracia que en el cartel pusiera “100% glutamato free”, cuando la cocina asiática y el glutamato son los máximos exponentes del umami, por lo que parecen ir unidos. Pedimos una de las especialidades, Cari Xanh (curry verde) con pollo crujiente y pato crujiente. Estaba muy rico, pero picante a rabiar. También unos noodles con pollo y salsa de cacahuete (creo que era Phó Tron) que estaba aun más rico de sabor, pero los noodles no estaban para echar cohetes en cuanto a textura porque se quedaron pegados y apelmazados. Lo que está claro es que te tiene que gustar la comida picante, porque pica y ¡mucho! Menos mal que compramos un montón de cerveza…Total, 23 € entre 4 personas, comida abundante. A comentar: normalmente con una cena como esta, copiosa y picante, solíamos pasar mala noche pero sorprendentemente dormimos muy bien y nos despertamos con el estómago ready-to-go (de nuevo).

Cookies de chocolate y avellanas

Galletada!!

Esta receta de galletas la encontró una amiga y le he hecho algunas modificaciones. Al llevar levadura, quedan más esponjosas y blandas, lo que hace que la textura sea como la de las cookies. Pongo los dos chocolates con los que he probado a prepararlas y con los que quedan cojonudas. Realmente COJONUDAS.

Ingredientes

– 115 grms de mantequilla.
– 1 huevo grande.
– 60 grms de azúcar glass.
– 60 grms de azúcar (blanco o moreno).
– 160 grms de chocolate fondant (Chocolate fondant Carrefour® o Pedro Mayo® cobertura)
– 75 grms de avellanas tostadas
– 175 grms de harina.
– 10 grms de levadura química (medio sobre)
– Una pizca de sal.
– Un chorrito de leche.

Elaboración

Lo primero es poner a precalentar el horno a 180º C. Luego hay que cortar el chocolate en trozos medianos y picar las avellanas con un mortero para hacer cachitos pequeños y reservar.

La mantequilla se puede derretir en el microondas, y una vez hecho, hay que mezclarla con el huevo. A esta masa se le añade el azúcar glass y un chorrito de leche, y se mezcla de nuevo. Una vez hecho, se incorporan el azúcar, la harina, la sal y la levadura y se mezclan muy bien. Finalmente, se añaden el chocolate y las avellanas machacadas.

Para colocar en el horno las galletas, hay que cubrir una bandeja con papel parafinado y hacer montoncitos (con dos cucharillas) que iremos colocando sobre el papel, dejando separación entre ellas porque la masa se esparce al fundirse la mantequilla. Lo ideal es hornear a 175-180º C durante 30 minutos, aunque todo depende del horno, por lo que conviene vigilarlas. Cuando terminen de hacerse se dejan enfriar (golosos… autocontrol).

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Et…voilà!